Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
El anuncio de Diosdado Cabello, desde la mismísima sede del PSUV, de que se teme que superagentes gringos vengan a invadir secretamente el país para llevarse al Norte a los ciudadanos que crean pecadores de alto coturno para castigarlos sin clemencia, sería una aterradora muestra de que ya, definitivamente, se nos considera un Estado forajido de la peor especie. Ni en Cuba, hasta donde uno recuerda, se ha permitido el Imperio semejantes desmesuras.
Tal exabrupto suponemos que se debería a un largo expediente que ha tenido su despampanante culminación en las sensacionales confesiones de Aponte Aponte y que ahora, por lo visto, quieren acompañar otros funcionarios maltratados por la revolución bolivariana.
No olvidamos, al respecto, lo abusadorcitos que pueden ser los chicos del Tío Sam, que siempre juzgan y condenan sin que se dejen juzgar y condenar por otros. Pero algo bastante fuera de lo habitual, por decirlo de alguna manera, ha debido hacer nuestro gobierno y para sentirse merecedor de tal ferocidad reservada a terroristas o a grandes narcos. Mala conciencia, o simple temor a los cantos apontianos.
Total, que la salida de la desvalida, desarmada, CIDH es un acontecimiento de poca monta comparado con este tubazo. Al fin y al cabo uno podía cantarle las cinco al pobre Cantón o meterle de contrabando a la Corte, instancia más solemne, una de esas joyas jurídicas propias del Tribunal Supremo, como aquella de que Leopoldo López tenía todos sus derechos políticos completicos y podía ser electo hasta de primer magistrado, salvo el detalle administrativo de que no podía manejar ni un bolívar de los viejos.
¿Ustedes se imaginan a la secretaria del general llamando a la casa para saber por qué éste no ha llegado a la importantísima reunión de esa mañana y la señora diciéndole que salió muy temprano, que se iba a desayunar con una reina pepeada en Santa Mónica, y salía para allá sin dilación? Y los días que pasan y no descartaremos ninguna hipótesis. Y, de pronto, cual Aponte, el hombre aparece en Ohio o en Atlanta, dizque negociando algunos lustros de cárcel. Terrible escenario para los hijos de Bolívar.
Pero a decir verdad, tan estrafalaria amenaza nos parece más bien que se trate de una de esas vainas que inventan los laboratorios electorales para demostrar, en este caso, el carácter inequívocamente desestabilizador de la Mesa de la Unidad y su evidente rol de punta de lanza del imperialismo yanqui. Lo cual es mucho más tranquilizador. En tal sentido, sería bueno que el Consejo de Estado, cuyo radio de acción debería ser nuestro lugar en el planeta, se reúna de emergencia y recomiende a los excitados dirigentes que en bien de la salud de la República se dejen de esas truculencias que suenan a autoconfesión en el exterior y aumentan la neurosis colectiva que afecta a buena parte de la población nacional.
Que se dejen de esas boladas electorales, que no se pasen. Ya tienen las cifras de IVAD, un candidato de titanio, todos los recursos y billetes, un partido unificado como ustedes pregonan y, de otra parte, al infamado Capriles andando de casa en casa con impasibilidad, dignidad y eficiencia.
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