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Casi la mita de los ingredientes del pabellón se suplen vía importaciónANGIE CONTRERAS C. | EL UNIVERSAL
El consumidor venezolano se caracteriza por ser fiel a las marcas que consume, sobre todo en lo que a alimentos se refiere. Es por ello que está dispuesto a recorrer varios comercios hasta conseguir la harina, el arroz o el café de su preferencia.
Quizás lo que no saben muchos de ellos es que esos productos nacionales han dejado de ser, por así decirlo, 100% autóctonos debido a que ahora se elaboran en buena medida con materia prima comprada en terceros países.
El deterioro del aparato productivo interno, producto de políticas poco enfocadas en el crecimiento de la agricultura nacional, ha traído como consecuencia que el país se haya convertido en más dependiente de las importaciones de lo que era una década atrás.
Si bien es cierto que Venezuela ha dependido de la importación de aquellos insumos que por razones climáticas o topográficas no se cultivan en el país, como el trigo, también es cierto que aquellos que hasta incluso llegaron a exportarse hoy se están importando, en su mayoría, por el Estado venezolano.
Las cifras del Banco Central de Venezuela revelan que en el primer trimestre de 2012 las importaciones públicas crecieron 64%, que se traduce en un gasto de 2,8 millones de dólares.
Entre 1997 y 2009, las importaciones totales del Estado representaban en promedio 16,3% del total de las compras en el exterior y en 2011 representaron el 35%.
Las importaciones se han centrado principalmente en el área de alimentos, fundamentalmente en rubros como leche en polvo, azúcar, carnes de aves y bovino, arroz, maíz y café.
Es así como los alimentos foráneos pasaron a formar parte del menú diario de los venezolanos.
Sobre el mantel
A pesar del esfuerzo de los productores privados, en 2011 la agricultura nacional retrocedió por tercer año consecutivo. El clima, el control de precios y la escasez de insumos formaron un cóctel nocivo para la producción. Eso hizo que se incrementaran, en algunos casos las compras externas de materias primas agrícolas. Ese es el caso del maíz blanco.
La producción de maíz el año pasado se ubicó en 1 millón 315 mil toneladas, de las cuales 789 mil fueron de maíz blanco, insumo principal para la elaboración de la arepa.
La industria procesadora de harina precocida demanda al año 1 millón 400 mil toneladas del cereal aproximadamente. De eso, 53,54% lo aporta la producción interna y 46,46% se suple vía importaciones.
El ministro de Alimentación, Carlos Osorio, ha declarado que no se está importado maíz blanco en estos momentos, aunque asegura que si es necesario se harán las compras. Sin embargo, la industria señala que es necesario importar en estos momentos, pues queda muy poco de la producción nacional. Incluso señalan que en Puerto Cabello hay barcos con el cereal.
El suministro de maíz amarillo, en cambio, depende en su mayoría de mercados extranjeros, la proporción es 78,98% importado versus 21,04% local.
En café la oferta está casi a la par. La materia prima para la elaboración de la tradicional bebida aromática es 46,94% importada. Se acuerdo con cifras del sector privado, la industria y el Instituto Nacional de Estadísticas, hace un año, la oferta de café nacional como materia prima era 82% nacional y 18% importada.
En 2011 la producción nacional de café estuvo por debajo de lo estimado. Se obtuvieron apenas 800 mil quintales del grano de 1 millón 850 mil que demanda la industria al año.
Los ingredientes que componen el pabellón, principal planto criollo, siguen siendo en buena proporción importados.
El 53,75% del arroz que se consume en el país es comprado en el exterior, 70% de las caraotas negras también. En carne, la brecha entre el producto nacional y el extranjero se redujo en 2011. El beneficio de carne endógena (criada en Venezuela) subió a 64% mientras que las importaciones son el 36%. Vale destacar que luego de la modificación de la tasa de cambio oficial, las importaciones de carne perdieron atractivo, originando que cayera la oferta del producto foráneo.
Los analistas consideran que mientras haya recursos a través de la renta petrolera habrá seguridad alimentaria, pero esa política además de ser insostenible en el tiempo es nociva para el aparato productivo.
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