¡Hay que ver que este Chávez sí es ocioso! Gastar quién sabe cuánto dinero de la República y tiempo de sus funcionarios forenses para descubrir si Bolívar murió envenenado, como lo ha venido repitiendo, o de una enfermedad que hasta ahora, según testigos presenciales, habría sido la tuberculosis
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
¡Hay que ver que este Chávez sí es ocioso! Gastar quién sabe cuánto dinero de la República y tiempo de sus funcionarios forenses para descubrir si Bolívar murió envenenado, como lo ha venido repitiendo, o de una enfermedad que hasta ahora, según testigos presenciales, habría sido la tuberculosis.
De paso, fabricó un retrato de Bolívar, bastante parecido, por cierto, a la suma de los retratos que se le hicieron en vida. Pero Chacumbele quería "su" retrato, Bolívar tenía que ser como él lo imagina y no como la "burguesía" lo pintó. Fue complacido y ahí tiene "su" Bolívar. Se salvó la patria. Retratos de Bolívar los hay de muchas manos de pintores contemporáneos de él.
Todos guardan detalles y matices que no los hacen exactos entre sí. Lógico, no son fotografías. De modo que este Bolívar "de" Chacumbele es uno más de los retratos del gran hombre y ni siquiera se puede asegurar que sea el más fiel.
A fin de cuentas, los retratistas de la época trabajaron sobre un hombre vivo, que posó para ellos, y debían estar más cerca de aprehender su efigie que los que trabajaron sobre sus huesos.
Pero, en fin, este minicronista hace este comentario digamos que por la obligación que impone la noticia, pero la verdad es que hasta me da pena tener que pararle bola a estos caprichos pueriles de un obseso, que en su empeño de apropiarse de Simón Bolívar no se detiene ante ningún exceso por estrafalario que parezca.
Ya avanzó el criterio de que a pesar de lo que estableció el equipo forense que examinó la osamenta de Don Simón, esto es que no hubo tal envenenamiento, él, sin embargo, "todavía tiene sus dudas".
Tanto va a dar que cualquier día nos sorprende con un forense bielorruso que le dirá lo que quiere oír. Pobre Bolívar. La verdad es que con esto sí que no contó. Ser instrumento electoral.
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