Freddy Bernal, Juan Barreto y Jorge Rodríguez perdieron la ocasión de convertir a esta Caracas en el espejo de la "revolución bonita" a la que aludía el ahora candidato de Miraflores
ELIZABETH ARAUJO/TalCualDigital
Tomo prestada la odiosa frase de la diputada del PP Andrea Fabra, pronunciada hace días en el Congreso español, sin dudas contra los parados, justo cuando Mariano Rajoy anunció el nuevo paquete de recortes que echará a la calle a miles de empleados públicos, para expresar mi tributo a la Caracas donde nací y que hoy celebra su 445 aniversario. ¿A qué viene la expresión? Pues a la idea que muchos caraqueños seguramente se hacen de la gestión de los tres alcaldes oficialistas que han pasado por el municipio Libertador y alcaldía mayor, quienes constituyen el genuino ejemplo de indolencia e incapacidad en la gerencia de una ciudad castigada por la inseguridad y la anarquía, entre tantos problemas.
Resulta impresionante que estas tres prominentes figuras de la "revolución bolivariana" se hayan estrellado en una administración que debió reportarles buenos dividendos al proceso político que defienden, y que se aparezcan hoy con sus caras muy bien lavadas, sin que nadie los haya juzgado al menos desde el punto de vista moral.
Freddy Bernal, Juan Barreto y Jorge Rodríguez perdieron la ocasión de convertir a esta Caracas en el espejo de la "revolución bonita" a la que aludía el ahora candidato de Miraflores. Sería interesante hacer un balance de estas tres gestiones y encontrar por ejemplo cómo el alcalde mayor Juan Barreto alentó las invasiones de edificios abandonados en el casco central, invocando demagógicamente derechos inalienables de los que no tenían techo. Resultaba entonces más oportuno contratar autobuses y llenarlos de damnificados para que "rescataran" inmuebles que no les pertenecían, a fin de distraer la atención hacia un Ejecutivo nacional que pasó 13 años sin construir viviendas.
De Freddy Bernal podría señalarse igualmente su irresponsabilidad en el tratamiento de la inseguridad.
Él mismo, exfuncionario de la Policía Metropolitana cuando participó el 4F en el asalto de Miraflores, debió ocuparse en sus ocho años de gestión de preparar un plan de seguridad ciudadana que hubiera a Caracas llegar a las cifras de homicidios que la convierten en una de las capitales más peligrosas del mundo. Pero Bernal no pudo. Todavía se le recuerda la frase que, a manera de excusa, explicaba que no había tenido tiempo de dedicarse a la ciudad porque estaba ocupado en consolidar la revolución.
Finalmente, aparece Jorge Rodríguez, quizás el más ausente de los alcaldes capitalinos, y quien anunció al comienzo de su gestión librar una batalla contra la basura y los huecos de la calle, y su fracaso ha sido tan evidente que en no pocas ocasiones el presidente saliente ha tenido que reprenderlo en público. Ahora, muchos menos tiene tiempo el doctor Rodríguez de ocuparse de la ciudad. Es el jefe del Comando Carabobo y su preocupación suprema consiste en preparar los actos del candidato de la carroza.
Vaya que mala suerte de Caracas en estos 14 años. Tres alcaldes y tres versiones diferentes de la incapacidad y del fracaso. Como la diputada pepetista, es posible que si alguien les pregunte por los habitantes de la ciudad que hoy cumple años, cada uno dirá a su modo: ¡que se jodan! Estamos ocupados defendiendo la revolución.
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