La propensión del oficialismo por excusarse raya en lo ridículo. Los argumentos más pintorescos e inverosímiles se juntan cada vez que el chavismo quiere explicar algo. Jorge Rodríguez así lo mostró cuando confirmó que la actividad del candidato Chacumbele en El Valle quedaba suspendida el pasado miércoles
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
La propensión del oficialismo por excusarse raya en lo ridículo. Los argumentos más pintorescos e inverosímiles se juntan cada vez que el chavismo quiere explicar algo. Jorge Rodríguez así lo mostró cuando confirmó que la actividad del candidato Chacumbele en El Valle quedaba suspendida el pasado miércoles.
Expuso un conflicto de agendas entre la electoral y la presidencial. El hombre debía recibir, como lo hizo, a una delegación brasileña para hablar del tema Mercosur. El Valle podía esperar, como lleva años esperando por más cariñitos que el Metro (las calles siguen ahuecadas y la delincuencia y la violencia siguen campeando).
¿En qué cabeza cabe que la agenda de un Presidente de la República sea tan improvisada? Si el asunto es así ya es bastante grave, porque viene a confirmar el funcionamiento del gobierno de Chacumbele desde lo más alto, y lo más básico.
Pero además, entendemos que una comisión brasileña le impone a un mandatario nacional, a un Jefe de Estado, la hora de reuniones, el lugar de los encuentros, obligando, incluso, a "tumbar" a última hora una actividad planificada (la tarima y la decoración del lugar, además del volanteo previo en El Valle lo demuestran).
Tanta soberanía y tanta independencia que esgrimen a mandíbula batiente, para terminar entregados a la voluntad de una comisión. La nueva dominación del imperio sudamericano de Lula, incluyendo a Joao Santana y su "corazón de mi Patria".
Por cierto que para la actividad en El Valle que finalmente se hizo ayer llenaron de autobuses desde Plaza Venezuela hasta La Bandera. Seguro dirán que la gente allí concentrada es propia del lugar. Lo ponemos en duda por la movilización desde otros sectores de la ciudad (¿y del país?). La vez anterior que pisó esa parroquia lo recibieron con un sonoro cacerolazo.
Como él mismo decía cuando le importaba lo que pensara el pueblo: "el que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga".
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