El periodista, chavista y ex ministro José Vicente Rangel condujo el cuestionario a Nicolás Maduro. Pero vimos a un Jotavé complaciente, a ratos haciéndose de independiente. José Vicente decidió que más importante que la aclaratoria al pueblo era la comodidad de su interlocutor. Otra oportunidad perdida, una más
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCual
Entrevistar al Vicepresidente es una oportunidad de darle al pueblo respuestas en un momento delicado de la vida nacional. Por eso resulta al menos una decepción ver cómo el periodista, chavista y ex ministro José Vicente Rangel condujo el cuestionario de ayer a Nicolás Maduro.
Apenas un día antes vimos el intercambio del Vicepresidente con un periodista de la agencia EFE. Una vez más nos queda la sensación de que el periodismo extranjero, no tocado por amiguismos, luce más preciso, más inquisidor, más profundo.
Ayer vimos a un Jotavé a ratos complaciente, a ratos haciéndose de independiente. Sí es verdad que le preguntó a Maduro sobre la idea de que el gobierno de Cuba tiene secuestrado al "comandante presidente", atribuyéndole a un tercero difuso la autoría del comentario. Pero eso fue todo.
Frente a un Nicolás Maduro que aseguraba que los médicos cubanos tratan chévere a Chacumbele, el periodista no interrogó sobre el porqué de la reiterada negativa, asumida como punto de honor, de no designar una junta médica conformada por galenos venezolanos que se entere del estado actual del mandatario y lo pueda comunicar con mayor detalle y precisión al país, para que el pueblo sepa a qué atenerse en vista de la importancia del cargo que desempeña una figura pública como Chávez, que además tiene que responder a sus electores si podrá asumir el mandato para el cual fue votado.
Tampoco preguntó el entrevistador por qué el Presidente no se ha comunicado con el país, ni nadie ha visto una prueba de vida, una foto, un video, un saludo, una sonrisa, un "brillo en su mirada", si su equipo lo puede ver y hasta conversar con él debido a que está conciente y hasta conversador.
También quedó pendiente preguntar si es verdad que el Hospital Militar estaría siendo acondicionado para recibir al paciente y continuar el tratamiento en Caracas, incluso juramentándolo allí. Pero José Vicente decidió que más importante que la aclaratoria al pueblo era la comodidad de su interlocutor. Otra oportunidad perdida, una más.
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