Por: VenEconomía
Venezuela inicia la tercera semana de frenéticos y masivos actos funerarios del aún insepulto Hugo Chávez, donde el oficialismo ha evidenciado que está dispuesto a llegar a cualquier extremo para mantener vivo el proyecto castrocomunista iniciado aquí hace 14 años.
Primero, todos los recursos del Estado están siendo puestos a disposición del candidato impuesto, Nicolás Maduro. Segundo, todos los poderes públicos y el máximo representante de la Fuerza Armada están jugando a filas cerradas sin molestarse en guardar la apariencia de constitucionalidad.
El castrocomunismo además cuenta con tres platos propagandísticos fuertes: 1) Un candidato-presidente que podrá llamar a cadena cuando le venga a bien y usufructuar de todo el aparato estatal. 2) El abuso de la imagen de Chávez, dispuesto para la adoración pública en el Museo Militar de La Planicie. (3) La fecha de los comicios, escogida ex profeso por su carga de simbolismo para el chavismo, que recuerda a un Chávez “resucitado” después del 11 de abril de 2002.
¡Pero, los tiros parecen que por ahora se le están saliendo por la culata a Maduro y su combo!
La oposición democrática le salió respondona, y ha puesto al oficialismo a ser reactivo y dejado al descubierto su mayor punto débil: Un Maduro sin carisma ni liderazgo, que ni es Chávez ni levanta a las masas.
La unidad democrática va con una tarjeta única. Muestra la unidad de la oposición y evita confusiones y trucos de última hora como sucedió el 7-O.
El candidato opositor a la Presidencia, Henrique Capriles Radonski, parece haber aprendido las lecciones de la campaña electoral de 2012, y ha tomado al toro por los cachos, arrancando con buen pie estas preliminares de la nueva carrera a la Presidencia. Capriles ha comenzado a hacer una entrega total a la lucha, sin importar con cuántas desigualdades y ventajismos se tendrá que enfrentar.
Su primer discurso logró algo que parecía lejano desde la derrota del 7 de octubre: 1) La esperanza de que sí es posible derrocar al castrocomunismo con la fuerza de los votos. 2) La recuperación de la confianza en un liderazgo que no se rinde y que está dispuesto a la lucha.
Este fin de semana, Capriles logró sortear los abusos y arbitrariedades del oficialismo para sabotear su gira al estado Táchira: 1) Al cerrar el aeropuerto de La Fría para impedir el arribo de Capriles. Pero, Capriles aterrizó en el aeropuerto de El Vigía y viajó tres horas de carretera para llegar a su cita en La Grita. 2) La Gobernación instaló una feria de Mercal en las puertas de la Capilla del Santo Cristo de La Grita para dificultarle a Capriles el acceso al sitio. El candidato opositor no se amilanó, caminó entre los chavistas y pudo arrodillarse en la Capilla y pedirle al Cristo su bendición. 3) Luego,un acto que se preparó tipo peña en Mérida, terminó siendo un mitín multitudinario.
Ciertamente aún falta reforzar dos puntos vitales para hacer plausible el triunfo del 14-A, cuando la democracia se juega como a Rosalinda:
1) Condiciones electorales objetivas y equitativas que garanticen el respeto a los resultados, so riesgo de dejar al descubierto ante el mundo la bellaquería de unas autoridades electorales hegemónicamente al servicio del proceso.
2) El compromiso y participación masiva de un electorado proactivo y vigilante.
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