Por: VenEconomía
Los polémicos resultados electorales del 14 de abril han abierto la Caja de Pandora que apenas ya encubría la vocación dictatorial del oficialismo y sus poderes públicos.
La no respuesta del Consejo Nacional Electoral (CNE) a la solicitud del rector Vicente Díaz y del líder democrático Henrique Capriles de auditar los resultados de la votación, ha impregnado de ingobernabilidad al país.
Esto, unido a un discurso lleno de violencia de la élite oficialista al mando, podría generar una escalada de violencia en Venezuela. Una violencia que ya mostró sus garras (1) con la violenta y sangrienta arremetida de las fuerzas públicas y los comandos del chavismo contra los manifestantes pacíficos que reclaman su derecho a la auditoría en las calles del país y (2) con las agresiones físicas a los parlamentarios de la unidad democrática dentro del Hemiciclo de la Asamblea Nacional, permitidas por el presidente del Parlamento.
Al silencio insensato del CNE ante el legítimo reclamo de más de siete millones de venezolanos, se le sumó este martes el exabrupto y la intemperancia del presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, avalado por sus pares oficialistas, de negarle el derecho de palabra a los parlamentarios del bloque democrático “hasta que no reconozcan a Nicolás Maduro como Presidente de la República”.
Se olvida Cabello y su combo que los parlamentarios son la voz representativa de millones de venezolanos que por ellos votaron en legítimos comicios concertados y aceptados por todas las partes. No tiene ni Cabello ni ningún otro parlamentario, potestad alguna por muy presidente de la Asamblea que sea, de callar la voz de un representante del pueblo, pues ello es silenciar al mismo pueblo.
Paralelamente, mientras la crispación política se acrecienta en Venezuela, el hervor de la crisis económica sigue en plena ebullición. La confianza en el país se desmorona internacionalmente, como lo refleja el hecho de que el “riesgo país ”aumentara de 32 puntos a 731 puntos esta semana mientras que los precios del petróleo cayeron casi 20% en las últimas tres semanas.
Maduro, ni como encargado ni como proclamado, parece estar ocupándose de los ingentes problemas económicos, entre ellos, la sequía de divisas para suplir al país de bienes y productos básicos; las reservas internacionales en caída; la imposibilidad de seguir recurriendo a deuda externa mientras que el Banco Central sigue activando la maquinita de hacer dinero; la inflación al galope que ya acumula en tres meses 7,9%, previéndose que para fines de 2013 supere por mucho el 16% previsto por el Gobierno, y que muchos analistas estiman se ubicará entre 30% a 40%; y la extrema escasez de alimentos y medicamentos, entre otros muchos flagelos.
Lo grave de esta ingente crisis política y económica que acosa a los venezolanos es que puede terminar en una explosión social de impredecible magnitud.
Esta grave realidad del país hace más valederas las palabras de este martes de Henrique Capriles: “la lucha por las causas justas no tienen fecha de vencimiento”.
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