Por: VenEconomía
Mientras el grupo élite que se adueño del poder enrumba a Venezuela sin freno hacia la cubanización, la población en general se va acostumbrando a que acontezcan en cadena hechos insólitos sin que se genere sorpresa, alarma o reacción alguna en su gente y en sus instituciones.
Entre otras cosas “normales” que suceden en Venezuela está el hecho de que el mandatario impugnado viaja a Cuba sin ton ni son, para según se dice rendir cuentas a un gobierno extranjero y recibir directrices para el manejo de la nación…. Pero tal parece que ello entra dentro de una gestión de gobierno “normal”.
La inflación sube como la espuma, los productos de la cesta básica desaparecen con asiduidad y los consumidores pierden valiosas horas hombres en interminables colas para encontrar alimentos, medicinas, atención médica en un hospital o un cupo en cualquier escuela pública… Pero, también esto es ya algo común y corriente para los venezolanos…
Como también ya se asume como normal que, a base de controles de cambio, Cadivi, SITME y ahora el SICAD, clasifiquen a los venezolanos de primera, segunda, tercera y ninguna categoría para alcanzar un puñado de dólares con qué comprar insumos, maquinarias, reactivos, o ir de estudios, a controles médicos o a un simple viaje de vacaciones. Y todos forman cola sin protestar para ver si les va tocar algo en esa piñata.
Vaya “normalidad” también las astronómicas cifras de los muertos por el hampa, o por “pequeños errores” de la Guardia Nacional, de efectivos militares o de cuerpos de seguridad del castrocomunismo…. ¡Qué cotidiano es que Venezuela se mantenga durante más de una década como uno de los países más violentos del planeta! En fin, para qué asombrarse si también Venezuela va de primera en materia de corrupción y entre las últimas en cuanto a competitividad a la hora de atraer negocios e inversión.
Igual de cotidiano es que los tribunales de justicia se conviertan en el brazo ejecutor para la venganza y destrucción del enemigo político, de esos millones de ciudadanos que Chávez dijo son “la nada”, sin derecho a ser venezolanos.
Así como también es algo común y corriente que se busque la inhabilitación de todos los líderes emergentes de la oposición. Como por ejemplo, el caso de Richard Mardo, un diputado de la unidad democrática, a quien no se le han encontrado pruebas de delito alguno, al que se quiere allanar la inmunidad parlamentaria con los votos de una mayoría simple, y no la calificada que exige la Constitución.
Igual de “normal” son las “investigaciones” por presunta corrupción a representantes de la oposición mientras se hacen la vista gorda a los gigantescos fraudes montados por personeros de la “Revolución”. (Aunque, habría que reconocer una pequeña excepción en relación con el caso de Ferrominera del Orinoco, se dice que esto se debe a pases de factura internas de la revolución.)
Tan “normal” es el uso de la justicia como vendetta política que casi se deja morir por falta de atención médica al comisario Iván Simonovis, condenado injustamente a 30 años de prisión para lavarle la cara al gobierno por los muertos de abril de 2002.
Cotidianamente el gobierno irrespeta los derechos civiles, políticos y económicos de los venezolanos ¡Pero, eso también entra dentro de la normalidad para instituciones y ciudadanos!
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