Hay una certeza: el gobierno de Venezuela está decidido a aumentar el precio de la gasolina. Solo hay una duda: cuándo hará el anuncio. Una vez aprobado el examen de las elecciones municipales, el camino está despejado para tomar medidas que cierren la brecha fiscal, que asciende a 12 puntos del Producto Interior Bruto en lo que va de 2013, de acuerdo con un promedio establecido a partir de una consulta hecha por este diario con tres economistas.
La más inminente será subir el valor del litro de combustible más barato del mundo, que está congelado en 0,097 bolívares (0,01 euro al cambio oficial) desde 1996. Es un récord mundial que Venezuela no se avergonzó de ostentar hasta que los problemas asociados a esa ganga se convirtieron en un asunto imposible de manejar.
Alfredo Meza / El País
A principios de la semana el vicepresidente Jorge Arreaza asomó esa idea, un anatema durante el gobierno de Hugo Chávez, en una entrevista con una televisora local. “Hay que dar grandes debates en Venezuela, sobre lo fiscal. Hay que comenzar a cobrar la gasolina”, dijo. El mensaje del funcionario deja claro que el Estado no puede seguir cargando con el costo de un oneroso subsidio que no beneficia al grueso del público chavista sino a sus contrarios de la clase media al estimular el uso del vehículo.
La medida ha favorecido el contrabando en la frontera con Colombia
Que el precio se haya mantenido anclado por 17 años también ha favorecido el contrabando en la frontera con Colombia y la voracidad del mercado interno. Cada año aumenta la cantidad de barriles que destina Petróleos de Venezuela (PDVSA) al consumo local. La poca pericia de la burocracia chavista en el manejo de la industria petrolera, que provocó en 2012 el estallido de la refinería de Amuay, un complejo que producía más de 600.000 barriles diarios de crudo, ha provocado el aumento de la importación de gasolina estadounidense. En julio de 2010, por primera vez en su historia, la estatal petrolera venezolana cruzó ese umbral que avergüenza a quienes alguna vez trabajaron en la industria. Un reporte de la Administración de la Información de la Energía (EIA, por sus siglas en inglés) revela que desde entonces el Gobierno no ha dejado de comprar combustible para honrar sus compromisos. El pico más alto lo alcanzó en enero pasado con 113 mil barriles diarios.
El ministro de Transporte Terrestre, Haiman El Troudi, fue un poco más específico el jueves y confirmó que el tema ya se estaba discutiendo en el consejo de ministros. La decisión está en manos del presidente Nicolás Maduro. Quizás no haya mejor oportunidad que ésta para hacerlo. En 2014 no habrá elecciones. El Gobierno necesita recursos para financiar las políticas públicas y encarar toda la reposición de inventarios asociados con la confiscación y remate de mercancías iniciada en noviembre, que buscará evitar el desabastecimiento de los bienes y servicios controlados por decisión del Ejecutivo. El economista Ángel Alayón calcula en 15.000 millones de dólares el coste anual del subsidio para PDVSA. Para cerrar la brecha fiscal, completa el socio director de la firma Ecoanalítica, Asdrúbal Oliveros, el gobierno tendría que llevar el litro de combustible a precios internacionales. Eso parece imposible por el costo político que acarrearía. Los economistas calculan por tanto que el incremento evitará que la petrolera siga tanto dinero. Ecoanalítica estima que el litro valdrá entre 0,7 y 0,9 bolívares, un precio justo, para utilizar un término de moda entre la nomenklatura bolivariana. Si ese fuera el escenario el gobierno sumaría a sus arcas unos 5.500 millones de dólares, unos 2 puntos del PIB. El hueco fiscal aún sería muy ancho.
Todas esas cuentas complejas revelan la dimensión de los ajustes que deben seguirse para evitar el colapso. Los economistas también esperan que esa medida acompañe a un ajuste en el tipo de cambio de más del 80% (hoy está anclado a bs 6.30 por dólar) para los primeros meses del año. Nadie tiene dudas de la necesidad de devaluar la moneda. El problema es cómo comunicar que hay que apretarse aún más el cinturón tras las rebajas de precios de diciembre. Al colocar el tema en la agenda por voluntad propia el gobierno parece estar comprando tiempo para vender la idea entre los suyos y evitar que el golpe de la inflación, que en un año sumó 54,3%, provoque más molestias. Otras economías petroleras que han decidido ajustar los precios han ideado mecanismos para aliviar el golpe. “Irán los repartió entre la población. Otros países crearon fondos para la educación. El problema de vender esa idea en Venezuela es la desconfianza. Muchos creen que ese dinero se lo podrían robar”, opina Oliveros
Cort. La Patilla
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