viernes, 13 de diciembre de 2013

Tibisay de 8 a 9

Se cumplió otra jornada cívica en el país bajo el cuidado de los soldaditos, Tibisay mañosa y Diosdado ladrando. Por fin no aparecieron los aviones terroristas de José Vicente Rangel, su vacío lo sintieron la plebe y Oscar Schemel

SEBASTIÁN DE LA NUEZ/TalCualDigital
Pónganse de acuerdo: ¿quién demonios ganó las elecciones del domingo 8 de diciembre? Por lo pronto está claro quién las perdió: el país. El municipio Libertador. La farándula usada como anzuelo de marketing político. La idea de plebiscito nacional en unas elecciones municipales. Y las televisoras.

Las televisoras hicieron un papelón, salieron peor que nunca: Sergio Novelli obligado a entrevistar a un ministro disfrazado de militar, o viceversa, mientras en alguna parte de la ciudad la MUD intentaba hacerse oír, lográndolo a medias.

En Venevisión, un ancla llamaba a Cilia Flores "la primera combatiente", adoptando la jerga espuria de un personaje ignorante y fanfarrón pero que, hasta el sol de hoy, nadie ha demostrado que no sobrevivió al escrutinio comicial.

Gracias a Daka o a lo que sea, pero sobrevivió.

Hace algún tiempo escribí en esta misma columna sobre los grupos que tradicionalmente han nutrido el voto chavista: esperanzados, fanáticos o emotivos y agradecidos.

El caudal original ha sido diezmado pero no está, después de todo, en desbandada. Allí está votando, y en ocasiones no lo explica ni siquiera el chantaje oficial ejercido sobre vastas mayorías inermes. Es un caudal enflaquecido pero todavía, a trechos, vigoroso.

El ventajismo, la malversación de fondos y/o peculado en función del financiamiento de la campaña y otros actos de la delincuencia organizada pueden ser analizados en otra ocasión, como constante a la cual debe enfrentarse el factor democrático, sin Estado, sin poderes, sin medios financieros de alto vuelo petrolero.

Aquí bastará preguntar lo siguiente: hasta 2015 no hay otras elecciones, ¿cómo mantener en jaque al oficialismo? ¿Tibisay Lucena seguirá allí para ejercer otro acto de framing , tal como Willy McKey describió en un excelente trabajo publicado en Prodavinci?

Tres preguntas adicionales valdrá la pena dejar en el tapete: 1) ¿El liderazgo de los partidos, en especial en el bando opositor, definirá reyertas inminentes? ¿Los resultados no son para que se les abran las agallas a Ledezma y a Falcón? Por cierto, AD obtuvo la mayoría de las alcaldías, pero es mentira lo que dijo Maduro en cuanto a que Primera Justicia había obtenido solo dos. 2) ¿Es verdad que Capriles salió derrotado o es solo un espejismo? 3) La abstención, ¿fue un problema sobre todo para la oposición o acaso el chavismo lo sufrió tanto como la oposición o más?

ELECTORES SEMEJANTES
Yo voto en el liceo Domingo Faustino Sarmiento (Maripérez), parroquia El Recreo: desde años voto ahí, aunque ahora vivo en Chacao.

El domingo a las dos de la tarde había gente en colas ordenadas, según la mesa de cada quien, en el patio de entrada. Los motorizados del chavismo merodeaban, cómo no, en las esquinas aledañas. Pero la gente votaba en santa paz, se llevaba bien con los soldados del Plan República y no hacía caso del entorno. Probablemente hubo bastante voto esperanzado ahí.

No vi ninguna diferencia entre esa gente y la que encontré en el liceo Cervantes, o en el colegio Ramos, o allí mismo en el Faustino Sarmiento, en febrero de 2012, cuando en elecciones primarias el país opositor eligió a Capriles como abanderado.

Ninguna. En aquella ocasión había mucha gente de la tercera edad, como ahora. A una señora mayor, ya paralítica, la subieron con todo y silla de ruedas en volandas por las escaleras de uno de los colegios que mencioné.

Mientras esperaba para votar, este domingo, recordé a un caballero de sombrero, orfebre ucraniano con más de 80 años, a quien abordé aquel 12 de febrero de 2012 mientras hacía cola en el Cervantes. Yo quería hacer una crónica muy personal de aquel día.

Le pregunté por qué habría tanta gente mayor votando. "Es que somos los viejos quienes más hemos sufrido estos años".

"¿Por qué?", repregunté.

"Porque hemos visto cómo nuestros hijos y nietos han debido irse del país".

Había llegado setenta años atrás al país. Nunca, dijo, se había sentido señalado por su condición religiosa o raza. Hasta el gobierno chavista. Su apellido era muy ucraniano y muy judío.

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