El exceso de refrescos agrava la hipertensión infantil. Casi 70% de las familias venezolanas acompañan almuerzos y cenas con jugos artificiales y gaseosas. La dieta DASH, baja en sal, lácteos desnatados, rica en fruta y verdura, ayuda a controlar esta enfermedad
ZORAIDA BARRAL/TalCualDigital
Con 14 años y una "probada" salud de hierro, ya que figura como uno de los más resistentes delanteros del equipo de fútbol en su colegio, Pablo tiene un vicio que su madre, condescendiente, deja pasar: el consumo en exceso de refrescos y bebidas energizantes.
"Un error frecuente que cometen a diario casi 70% de las familias venezolanas, cuando acompañan sus almuerzos y hasta cenas con jugos artificiales y gaseosas", explica el doctor Pedro Ramos, nutricionista y asesor médico deportivo.
El especialista advierte que la ingesta en grandes cantidades de bebidas azucaradas no sólo dispara enfermedades como obesidad, diabetes y enfermedades coronarias, sino que nuevos estudios revelan que el consumo de estos productos podría estar asociado con la hipertensión. "Consumir menos bebidas azucaradas puede reducir la tensión sanguínea", explica el doctor Ramos al citar un estudio publicado en Circulation, la revista de la Asociación Americana del Corazón.
Investigadores de la Universidad Estatal de Louisiana (EEUU) observaron que la reducción de una lata al día implicaba una bajada de 1.8 milímetros de mercurio en la tensión arterial sistólica (máxima) y 1.1 en la diastólica (mínima). Como argumenta el principal autor de la investigación, Liwei Chen, "se estima que la disminución de tres milímetros de mercurio (mm Hg) en la tensión sistólica podría reducir la mortalidad por infarto cerebral en un 8% y la mortalidad por enfermedad coronaria en un 5% [...] Esto se podría conseguir reduciendo el consumo de bebidas azucaradas".
De acuerdo con el doctor Ramos este hallazgo es relevante en los casos en los que el individuo ingiere varias unidades al día, por ejemplo, en un contexto americano, donde el consumo de bebidas azucaradas es alto. Según los autores de este estudio, la media se sitúa en 2,3 latas diarias. La clave, según los especialistas en nutrición es la denominada dieta DASH (en inglés modificaciones en la dieta para detener la hipertensión): baja en sal, con lácteos desnatados, rica en fruta y verdura, baja en carnes rojas y sin alcohol.
EL SÍNDROME METABÓLICO
Por su parte, la nutricionista Daniela Martinelli Montero asegura que el consumo diario de gaseosa aumenta la presión arterial porque es un producto rico en sodio. A ello se suma los altos niveles de azúcar que contiene, provocando el aumento de triglicéridos en sangre. La especialista señala que el conjunto de estos factores (glucosa alta, hipertensión arterial, triglicéridos y colesterol), son lo que hoy se conoce como síndrome metabólico, que no permitirán llevar una vida saludable.
"Debemos tener cuidado también con los productos que contienen fructosa, ya que es igualmente dañina, pues fomenta la formación de grasa corporal, llevando al sobrepeso, la obesidad, la presión arterial y la aparición del trastorno conocido como hígado graso", dijo la nutricionista.
Según Martinelli el grupo con un alto consumo de gaseosas son los niños, sin embargo, hoy se ve un aumento significativo en los funcionarios y ejecutivos. "Muchos están reemplazando el café por las gaseosas para "mantenerse despiertos" y "tener energía".
Éstas bebidas también tienen ácido fosfórico, que debilita los huesos y dientes; saborizantes y conservantes artificiales que son cancerígenos", precisó. Afirma que un vaso de 250-300 ml de gaseosa contiene entre 30 a 40 gramos de azúcar, lo que equivale a unas 6 a 8 cucharaditas de azúcar. "Una torta de chocolate o tres barritas de cereal tienen similar cantidad de azúcar a un vaso de gaseosa", agregó.
MI NIÑO HIPERTENSO
La presión arterial alta también puede afectar a los niños. Pero, a diferencia de los adultos, es más difícil diagnosticarla, pues cambia a medida que crecen. Se habla de hipertensión arterial en niños cuando su presión sanguínea es mayor a la del 95% de los niños de su mismo sexo, edad y peso. Por lo general, la hipertensión a esa edad ocurre como consecuencia de otros problemas de salud, como el haber nacido de forma prematura, desórdenes hormonales, diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas congénitas y problemas renales y urinarios. Aunque también influyen los mismos factores que desarrollan la hipertensión en adultos: la obesidad, una mala alimentación y la falta de ejercicio físico.
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