Por: Fernando Rodríguez/TalC ual
El presidente Maduro hizo el día lunes una declaración trascendental. Desde hace un mes el país ha vivido sobresaltado, lacerado y temeroso, a tal punto han llegado las protestas sociales y su inclemente represión.
Los habitantes de Caracas y otras ciudades venezolanas han sufrido dolorosas heridas en ese lapso. Pues bien, dice el Presidente, “hemos enfrentado el golpe de Estado, lo hemos paralizado y ya está derrotado…”, a lo sumo “anda por ahí con algunas candelitas”.
La paz, así sea sepulcral, ha vuelto. Curioso porque, por ejemplo, esa misma mañana las noticias de San Cristóbal parecían macabras, peores que nunca; hubo mucho humo, heridos en las afueras de Valencia, también en Mérida y Maracaibo…; y desde nuestras oficinas oíamos las bombas y otros sonidos concurrentes de enfrentamientos en la Plaza de Altamira. Sin hablar de los trabajadores de la salud que salieron a marchar y a vocear sus abismales carencias (95% de los hospitales trabajan con el 5% de insumos, decían).Candelitas residuales, pensará Maduro.
Pero nos parece más básico que la proclamación de la supuesta victoria, eso de diagnosticar sin pestañear como un golpe de Estado los mentados acontecimientos. Porque ese concepto parece implicar necesariamente el uso de las armas, en general de las Fuerzas Armadas; como el 4f, verbigracia. Y lo preocupante es que un mal diagnóstico suele inducir a una terapia errada y, a veces, fatal.
Por ejemplo considerar que este raro cuartelazo es producto de las ambiciones de algunos felones dispuestos a saltarse toda decencia democrática y una vez controlados se acabó el problema. Porque esto parece tratarse más bien de una prolongada dolencia que tiene causas muy hondas y de difícil sanación, sobre todo económicas pero igualmente institucionales y políticas… cuya relativa mejoría no puede ser otra sino las que ocurran en esos meandros tan difíciles de domeñar con deseos, arrestos y patrañas. Y vaya usted a saber con qué ritmos y estilos van a continuar las protestas si no se hacen serios esfuerzos por conciliar y cambiar de rumbos.
Un grave error producto de esas premisas falaces es lo que Maduro declara el mismo día, súmense la oposición y los estudiantes ya que “todo el país” está en la Conferencia de paz (que cada vez se folkloriza más, ahora hay de mujeres, artistas y es de suponer que pronto las habrá de amantes del beisbol o de dueños de mascotas). Y nada menos que faltan los representantes de la otra mitad de la nación, porque el gobierno se niega a hacer los gestos que sosieguen los enardecidos espíritus, repongan en algo su averiada credibilidad e inciten al diálogo verdaderamente representativo y eficaz.
Lo cual habría que suponer que es superfluo ya que “la guerra” ha terminado y tiene vencedor. Corolario descocado y traumático que, además, se contradice con los incesantes y declamatorios llamados presidenciales a dialogar a la MUD y a los estudiantes (que quiere abrazar y besar, sic) o con la misión que le encomienda al pana Sean Penn de que motive a sus imperiales compatriotas a reanudar la amistad so pena de que un derrumbe de la revolución desquicie toda América Latina, por desmantelamiento de Petrocaribe, que pagarán a la postre los gringos con migraciones inimaginables e indetenibles de menesterosos. Argumento bastante estrafalario como se ve.
La situación del país es muy seria, no nos cansaremos de repetirlo. El Gobierno no da muestras de serlo. El Gobierno acabó con el golpe
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