La decisión del diputado Hiram Gaviria de renunciar a Un Nuevo Tiempo y separarse de su cargo como diputado ha demostrado que la intolerancia está presente en ambos lados. Apenas el parlamentario anunció su decisión, las redes sociales se llenaron de ataques contra él, donde salía a relucir, en primer lugar, su pasado chavista
SEBASTIÁN BOCCANEGRA/TalCualDigital
La decisión del diputado Hiram Gaviria de renunciar a Un Nuevo Tiempo y separarse de su cargo como diputado a la Asamblea Nacional ha demostrado que la intolerancia está presente en ambos lados del espectro político nacional.
Apenas el parlamentario anunció su decisión, las redes sociales se llenaron de ataques contra él, donde salía a relucir, en primer lugar, su pasado chavista. Al parecer, para una parte de los opositores, el haber simpatizado o militado en el proyecto político que lideró el difunto eterno y hoy dirigen Nicolás Maduro y el capitán Diosdado Cabello, es un pecado para el cual no hay perdón y que no expiarán el resto de su vida.
Hay que recordar que la mayoría de los venezolanos ha apoyado las propuestas chavistas durante estos 15 años y que si queremos evitar que ese proyecto siga destruyendo el futuro del país hay que ganarse el apoyo de una buena parte de esos venezolanos que siguen siendo chavistas.
En cuanto al diputado Gaviria, se puede estar en desacuerdo con él, por no creer en la seriedad del Gobierno sobre el diálogo, pero en todo caso es una diferencia política.
En un proceder distinto a otros casos, Gaviria anunció su renuncia al partido donde militaba y no se quedó con su curul parlamentario, sino que reconoció que la gente que lo llevó al Parlamento votó por la Mesa de la Unidad Democrática y, en respeto a esos votos, decidió dejarle su puesto en la Asamblea al suplente.
Si quisiera brincar la talanquera, como algunos aseguran que hará, se hubiera mantenido como diputado. Su proceder en esta coyuntura ha demostrado, hasta el momento, ser muy serio.
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