Foto de archivo |
El reiterativo discurso del diputado bolivariano fue uno de los tantos con que, en estos tiempos maduros y en algunos minutos podridos, los holgazanes de la Asamblea Nacional suelen matar el tiempo que les sobra en demasía desde que decidieron traspasar sus funciones legislativas al Ejecutivo y, santurronamente, sacudirse las responsabilidades y compromisos contraídos con los electores.
Al abandonar su razón de ser, los legisladores del PSUV han convertido las sesiones de ese maltrecho sucedáneo de Congreso en torneos de retórica para competir en materia de adulación al que se supone el amo del coroto, y así justifican el sueldo millonario.
Y esto no es una afirmación gratuita, pues la agenda propuesta para la sesión del mencionado día establecía, como primer punto, la discusión de un “proyecto de acuerdo en apoyo al Presidente Constitucional Nicolás Maduro Moros en la lucha contra la Guerra Económica que intenta desestabilizar la Economía Nacional y la Paz de La República (podría redactar un poco mejor ese señor amante de las mayúsculas de nombre Fidel Ernesto que firma la convocatoria), lo cual no solo ratifica nuestra aseveración sino que pone de bulto la poca imaginación de esos diputados que no se cansan de oír siempre la misma canción.
El segundo tema de la minuta instaba al “rechazo a la campaña de Terrorismo Mediático realizada por parte de la Derecha contra el Sector Salud”. El amanuense que confeccionó el menú del día dio por sentado que toda opinión contraria al parecer oficial no puede ser sino de derechas –el tinterillo vuelca en el texto lo que quiere que condenen sus conmilitones– y da por descontado que la bancada oficial concuerda con su punto de vista.
Y tiene razón: los diputados y diputadas del PSUV no cuestionan sino que satanizan a los médicos que han diagnosticado como grave la crisis sanitaria que afecta el país, cristalizada en la falta de medicinas, equipos y otros insumos necesarios para hacer frente al aumento crónico de enfermedades conocidas y desconocidas.
El tercer y último punto, que fue por donde comenzó a desarrollarse este editorial, nos remite a la retahíla de lugares comunes y fastidiosas consignas para la galería a las que no tienen acostumbrados quienes no son capaces de hilar una refutación seria a los argumentos expuestos por Estados Unidos en el comunicado que, a falta de otra cosa, fue incluido y condenado de antemano en el orden del día.
Fuente: El Nacional
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