E l reinicio de las actividades parlamentarias, el pasado martes, hizo más evidente que nunca, que la principal tarea de la Mesa de la Unidad Democrática es ganar las elecciones parlamentarias a realizarse el año que viene.
No es solo que a la alianza opositora le conviene y debe convertirse en la principal fuerza política del país, sino es que Venezuela no se merece un poder legislativo de un nivel tan bajo como el actual. Realmente lamentable.
Es cierto que lo ocurrido el martes no difiere, sustancialmente, de lo que ha venido pasando desde que esta legislatura se inició.
Es un ente al que la palabra poder le queda grande. Desde un principio la mayoría que lo gobierna dejó claro que su principal objetivo era ser sumisos a lo que se les ordenaba desde Miraflores. Así fue con el difunto expresidente Hugo Chávez, y así sigue siendo con su heredero Nicolás Maduro.
Debatir con seriedad los graves problemas que viven el país y los venezolanos no está entre las prioridades de la mayoría del PSUV y sus tristes aliados. Cuando tocan algún tema lo hacen repitiendo las consignas y los lugares comunes con los que responden a todo. Que si la conspiración del imperio, la guerra económica o las muy malas intenciones de la “derecha fascista”.
Cuando el martes el diputado Elías Matta los instó a que averiguaran cómo y quiénes ayudaron, y se beneficiaron, con la fuga de 150 mil millones de dólares, se quedaron mudos y se convirtieron en cómplices. Plantearon hablar del contrabando y la escasez saliendo con las tablas en la cabeza. Una actitud similar asumieron al ser solicitada una investigación sobre la situación sanitaria del país. La respuesta roja rojita fue un acuerdo condenando a los médicos que denuncian lo mal que está la cosa, pero nada de investigar. Menos llamar a un ministro para interpelarlo, no vaya a ser que Nicolás se ponga bravo. Lo único bueno de esta sesión es que no estuvo presente el caporal que preside la AN. Algo es algo.
Es por ello que los partidos democráticos y sus militantes tienen que insistir en conectarse con los reclamos y protestas que abundan en el país, para darles una direccionalidad que permita obtener réditos electorales el año que viene. No se trata de inventar protestas y manifestaciones. Si algo no escasea en Venezuela son los reclamos populares ante el desastre en que se ha convertido el país. Vean los datos que publicamos cada viernes y que son aportados por conflictove y observatoriodeconflictos, para que lo comprueben.
Nada debería distraer a las fuerzas de la alternativa democrática de esta tarea.
Pretender poner en marcha otros mecanismos establecidos en la Constitución, como la Asamblea Nacional Constituyente, nos parece una distracción totalmente extemporánea y contraproducente. Creemos que desde la MUD, como un todo, se deben impulsar con más fuerza acciones de calle que sintonicen con el estado del ánimo popular. Eso es vital para lograr la mayoría que requiere el país.
El camino está claro, el descontento no hace sino crecer, pero el mandado no está hecho. Hay que trabajarlo.
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