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Entre bonos soberanos y de la estatal Petróleos de Venezuela, el país debe pagar $6,440 millones, un tercio de los $20,800 millones, y para peor un 70% de ellas está constituida en lingotes de oro, cuya cotización cae en picada hace tres meses.
No obstante el gobierno podría tener un alivio en los $9,300 millones que tiene en fondos paralelos que maneja discrecionalmente, subraya el economista Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica.
La economía venezolana enfrenta un estancamiento de exportaciones petroleras (que aportan 96% de las divisas), creciente demanda de importaciones —por ejemplo el 45% de los alimentos consumidos— debido a la progresiva caída de la producción local y denuncias de decenas de millonarios casos de corrupción con divisas subvencionadas (a valores hasta 15 veces menos que en el mercado paralelo).
El Banco Central de Venezuela (BCV) ha reconocido que las reservas internacionales han perdido una cuarta parte en 18 meses y la ausencia de medidas económicas, atribuida al avance del sector político considerado ‘radical’ dentro del gobierno, frente a la caída de las reservas, alimenta dudas sobre si Venezuela podrá cumplir con los tenedores de títulos.
“Pareciera que no puede haber una oferta de dólares eficiente” para alimentar las necesidades del país, afirmó David Alayón, director de Kapital Consultores a la AFP en Caracas.
A su juicio los bonos venezolanos —que en septiembre perdieron hasta 10 puntos en un semana y que se recuperan parcialmente— están reflejando “el efecto” de que no se ejecutara “ninguna de las medidas prometidas por Rafael Ramírez”, quien fuera vicepresidente para el Área Económica y presidente de la poderosa Pdvsa, y que ahora es el canciller.
“No ocurrió la unificación cambiaria anunciada por Ramírez”, que eliminaría las tasas de 6.3, 11 y 50 bolívares por dólar y daría paso a una cotización cercana a los 30 bolívares, lo que ayudaría a disminuir el déficit fiscal, explica Alayón. “Eso, y la salida de Rafael Ramírez puso muy nervioso y volátil al mercado” que tampoco recibió de buena manera “que pareciera que ganan terreno los radicales” en el control de las políticas económicas.
Por su parte Oliveros apunta que “a ciencia cierta no se tiene claridad de cuánto tiene el gobierno” en esos fondos paralelos, lo que “exacerba el nerviosismo” en los mercados. A eso suma “la dinámica de inacción, los cambios de funcionarios, la baja del precio del petróleo. Son una serie de elementos que efectivamente elevan la preocupación de los inversionistas”, dice Oliveros.
La caída del valor de los bonos venezolanos llevó al presidente socialista Nicolás Maduro a asegurar la semana pasada que se honrará “hasta el último dólar” pendiente y recordó que Venezuela “en 15 años de revolución (desde que llegó al poder el fallecido Hugo Chávez) ha demostrado que cumple sus compromisos”.
Para Alayón el pago puntual de los bonos busca mantener abierta la ventana de un posible financiamiento externo, por ejemplo en el 2015, que por otro lado es año de las cruciales elecciones legislativas.
“La deuda interna es un default selectivo (…) pero si no pagan la deuda externa (financiera) se cierra la posibilidad de acceder el año que viene o los sucesivos a un financiamiento con el Fondo Monetario Internacional, por ejemplo”.
El enorme déficit fiscal (se estima en 15% del Producto Interno Bruto) forzó en un año una frenética impresión de bolívares sin respaldo, que duplicaron el circulante y alimentaron una inflación ya superior al 60%.
Sobre las obligaciones en divisas para importaciones de bienes y servicios, los retrasos suman más de $10,000 millones, según reportes de las empresas privadas en áreas como alimentos, medicinas, aerolíneas, insumos químicos o el sector automotriz.
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