Con la muerte de Elio Gómez Grillo se nos va una de las mentes más lúcidas de Venezuela, reconocido nacional e internacionalmente como el padre del penitenciarismo venezolano y por su lucha dirigida a dignificar nuestras cárceles y lograr el respeto de los derechos humanos de los privados de libertad.
Nacido en Maracaibo el 17 de octubre de 1924, su vida transcurrió desde muy niño en Maiquetía, estado Vargas, población a la que dedicó bellos recuerdos. Egresa en 1949 del Instituto Pedagógico de Caracas como profesor de educación secundaria y normal, mención Filosofía, Castellano y Literatura. En 1954 se gradúa de abogado en la Universidad Central de Venezuela. También realizó estudios de posgrado en La Sorbona de París y en la Universitá degli Studi di Roma, donde obtuvo mención summa cum laude.
Fue toda una vida dedicada a la docencia tanto en la educación secundaria como en la universitaria. Su obra Introducción a la Criminología sigue siendo texto fundamental para los estudiosos de esta área. Se le considera el venezolano que más ha escrito sobre el tema penitenciario y las cárceles, y cuyo compromiso en la reeducación de los privados de libertad se convirtió en su gran apostolado.
Su gran obra fue, sin duda alguna, haber fundado el Instituto Universitario Nacional de Estudios Penitenciarios (Iunep), el 3 de febrero de 1992. Su afán era tener un excelente personal penitenciario por aquello que siempre repetía: “Las cárceles son su personal… y cualquier cosa más”. Esto lo lleva a dedicarse a formar jóvenes como técnicos superiores universitarios en penitenciarismo. Fue la primera institución educativa a nivel universitario creada en Latinoamérica especializada en la materia.
Gómez Grillo fue el impulsor y redactor del artículo 272 de la Constitución nacional, que establece las pautas principales de cómo debe ser el funcionamiento de las cárceles venezolanas. Esta norma constitucional fue aprobada por unanimidad en la plenaria de la Asamblea Nacional Constituyente, sin objeción y con gran ovación de los constituyentes.
Fue colaborador incondicional de este diario y su columna “Horas de Audiencia” fue publicada durante décadas, lo cual era un orgullo para El Nacional.
Lamentablemente Gómez Grillo fallece viendo destruida su gran obra, el Iunep, que fue cerrado y traspasado a la Universidad de la Seguridad (UNES), pero que borró su objetivo de reeducar a los privados de libertad, función principal de la cárcel, y dedicarse ahora a formar “cabos de presos”, cuestión que el maestro rechazó y se opuso siempre. Nunca se le consultó nada sobre ese cierre y los nuevos objetivos totalmente contrarios a su obra. Como es lógico, para la delincuencia política Gómez Grillo era una molestia.
A esto le aunamos que el artículo 272 de la carta magna, a 15 años después de su promulgación, sigue siendo letra muerta, incumplido e ignorado en su totalidad, incluso por aquellos que alzaron la mano en la Asamblea Nacional Constituyente para aprobarlo.
Fuente: El Nacional
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