En marzo de 2009, cuando Chacumbele designó como minpopoDefensa al coronel Carrizález, vociferó a los cuatro vientos: "Aquí más nunca habrá una parada para la asunción del mando del ministro de la Defensa"
Por: Simón Boccanegra/Tal Cual
En marzo de 2009, cuando Chacumbele designó como minpopoDefensa al coronel Carrizález, vociferó a los cuatro vientos: "Aquí más nunca habrá una parada para la asunción del mando del ministro de la Defensa".
Quería subrayar la condición meramente administrativa de ese ministerio, de cuya línea de mando había sido sustraído el Comando Estratégico Operacional (CEO) así como la Milicia, cada uno constituyendo una línea de mando específica, separada de Defensa y confluyendo las tres en el comandante en jefe.
Con razón Müller Rojas comentaría que los golpes militares se habían hecho imposibles, con esa división de la anteriormente única y vertical línea de mando a partir de MinDefensa.
Pues bien, hete aquí que para la toma de posesión de Mata Figueroa como nuevo ministro tuvo lugar esa parada militar cuya defunción había proclamado Chacumbele hace poco menos de un año. Pero, se han producido, silenciosamente, otros cambios importantes, que van a contrapelo de la Lofan y de la voluntad de Yo-ElSupremo.
Mata Figueroa reunifica, en su persona, tanto el MinDefensa como el CEO. Ya antes, la Milicia, también sin ruido, fue incorporada a la línea de mando de Defensa, junto a los componentes tradicionales, Ejército, Marina, Aviación y Guardia Nacional.
Tenemos ahora, de nuevo, contrariamente a lo que dispuso Chacumbele con la reforma de la Lofan, una línea de mando única, a partir de MinDefensa.
Este minicronista no tiene duda alguna de que estos cambios, tan sutiles que escapan a la opinión pública, dan cuenta, sin embargo, de ese forcejeo soterrado, sin escándalo, pero duro, que mantiene el espíritu institucional castrense con su atrabiliario comandante en jefe.
Es como si cada capricho de éste fuera respondido con un "se acata pero no se cumple" que, sin hacer olas, sin movidas golpistas, procura que la institución armada no naufrague definitivamente en el océano de arbitrariedades que a cada rato se le ocurren al comandante en jefe.
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