jueves, 11 de febrero de 2010
Un paso para atrás en creación e innovación/VenEconomía 11feb10
Por: VenEconomía 11feb10
La Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología, mejor conocida como la LOCTI, destaca casi como la única excepción entre el canibalismo y las leyes retrógradas promulgadas en esta mal llamada "revolución del siglo XXI". Cuando la LOCTI entró en vigencia, el 3 de agosto de 2005, comenzó a tejerse un sistema interinstitucional que ha venido fomentando los vínculos y la interacción entre las universidades y las empresas (usuarios de esos conocimientos), en sincronía con Gobierno y empleados. El objetivo central de esta Ley venía siendo el de integrar a los generadores de conocimiento con los usuarios y beneficiarios directos de ese conocimiento, a fin de ponerlos al servicio del desarrollo tecnológico y la producción industrial del país.
Como cosa rara en el actual "proceso", la Ley ha venido permitiendo que en esta integración se consolidara de manera sustentable la inversión para estimular talento, la creación, la invención y la innovación, con un sistema equilibrado de estímulos y penalizaciones. También de manera excepcional, la LOCTI ha permitido la autonomía y la libertad de las grandes empresas para utilizar los aportes y las inversiones que ellas mismas generan, en los proyectos que se definieran de manera consensuada entre los factores.
Pero, tal parece que este oasis de bondades también llegará a su fin.
El 13 de enero, la Asamblea Nacional aprobó en primera discusión, una reforma parcial de la LOCTI que de promulgarse como está planteada echaría por tierra todo lo que hasta ahora se ha venido construyendo.
Para comenzar con esta reforma de Ley se eliminaría la relación academia-empresa, y la vinculación sería academia-intermediario-empresa; siendo el intermediario un Fondo Nacional de Ciencia, Innovación y Tecnología (Fonacit). Este nuevo ente fiscalizador, que estaría adscrito al Ministerio de Ciencia y Tecnología, tendría competencias, facultades y atribuciones para la Administración Tributaria, una suerte de Seniat paralelo.
Los "aportes e inversiones" que dan las empresas para los proyectos pasarían a denominarse "contribuciones especiales", las cuales ahora serían recaudadas y administradas discrecionalmente por el Fonacit, y serían depositadas o pagadas a quién decida el fondo. Es decir, de nuevo un Gobierno que no se caracteriza por la transparencia en el manejo de los recursos del erario público, se apropia de los dineros de las empresas privadas para echarlos en un saco que de seguro tampoco tendrá fondo. Lo cual se traducirá en más dinero para un Gobierno depredador que anda en caza de dineros de otros para satisfacer su avidez de gasto improductivo.
Lo peor, es que esta reforma atenta contra el espíritu de la Ley y, como dijo el abogado Fernando Fernández en un artículo sobre el tema publicado en El Universal el 5 de febrero, "echará por tierra el mejor de los cometidos de la LOCTI: que la empresa gaste en su gente, en nueva tecnología, en innovar los inventos, en transferir tecnología, en el desarrollo de las empresa y del propio país, de paso".
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