Una manada de leones arribó esta tarde a la isla de Margarita para participar en la Serie del Caribe que comienza mañana en el estadio Nueva Esparta.
No será exactamente la misma camada que mordió al Magallanes en la final, pero, ¡cuidado!, son leones al fin.
Aproximadamente a las 2:30 p.m., mediante un vuelo charter, los reyes de la selva y representantes de Venezuela llegaron a la perla del Caribe. Se instalarán y afilarán sus garras para tratar de desgarrar mañana las naranjas de los Naranjeros de Hermosillo en la inauguración del certamen.
Los últimos en unirse a la jauría fueron los lanzadores zurdos Edgar Estanga, Gabriel García y el derecho José Sánchez, para darle profundidad a un staff de pitcheo que ha sufrido varias bajas tras morder el título en la liga venezolana.
Pero aún quedan felinos que estuvieron en esa final, como el serpentinero derecho Guillermo Moscoso, que consiguió el permiso para lanzar uno de los seis desafíos.
Moscoso, quien se estrenó la temporada pasada en Grandes Ligas con los Rangers de Texas, reforzó el relevo del Caracas en la final, al igual que el zurdo José Ortegano. Pero ante las circunstancias, ambos se erigen como dos sólidos candidatos para formar el cuerpo de abridores.
El récord de Moscoso durante la ronda eliminatoria fue de 2-1 con efectividad de 3.38 y ponchó a 22 en 26.2 entradas. En el round robin tuvo tres presentaciones, no ganó, perdió una y tuvo efectividad de 4.70; mientras que en la final lanzó en dos ocasiones y alojó par de carreras limpias en 4.1 actos.
En la zona melenuda, donde estará Moscoso, estarían también Heath Totten, Jason Simontacchi y Ramón Ramírez. Ya quedará de parte del director de la manada (Dave Hudgens), definir el orden de la rotación.
La labor de Hudgens será tan o más compleja que lo vivido en la campaña en Venezuela. En cuestión de horas tendrá que redimensionar a su equipo, fijar roles y, a partir de allí, dirigir.
Menos mal que cuenta con unos leones letales, que saben lo que es defender a Venezuela. Así lo demostraron la última vez, allá en 2006, cuando rugieron en Maracay.
José Manuel Fernández
EL UNIVERSAL
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