Aunque se ejerciten, los obesos mantienen riesgos de sufrir ACV y ataques cardíacos
Nueva York.- Para lograr niveles saludables de presión sanguínea no basta hacer ejercicio y sentirse bien. Un estudio realizado por el Centro Médico de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, sugiere que el peso es más importante que el bienestar físico general.
La investigación efectuada sobre 35 mil personas reveló que quienes padecen sobrepeso u obesidad eran más propensos a tener una presión sistólica elevada. Pero entre quienes tenían un índice de masa corporal alto, el estado físico tenía un impacto pequeño sobre su presión arterial. El IMC es una medición del peso en relación con la altura.
Los investigadores indicaron que estos resultados sugieren que las personas que están tratando de disminuir su riesgo de hipertensión deberían focalizarse en bajar de peso.
"La obesidad es un vaticinador tan fuerte del riesgo de hipertensión que tener un peso corporal normal es lo que realmente manejará la presión arterial en lugar del bienestar físico general", dijo a Reuters la cardióloga Susan Lakoski.
Para el estudio, publicado en American Heart Journal, Lakoski y su equipo analizaron datos de 35 mil pacientes, recolectados durante los últimos 20 años en la Clínica Cooper, ubicada en la ciudad estadounidense de Dallas. A pesar de los resultados, Lakoski dijo que para la salud general y el riesgo de muerte, el bienestar físico es una parte fundamental.
"Lo que quisiéramos ver finalmente en el mundo real es personas que adelgazan y empiezan a mejorar su estado físico", agregó la científica.
Uno de cada tres adultos en el mundo tiene presión arterial elevada, por encima de 140/90. El mayor grupo de riesgo es el de los mayores de 55 años. Más de la mitad de este grupo etáreo sufre hipertensión. Padecer esta patología eleva el riesgo de sufrir accidente cerebrovascular (ACV), ataque cardíaco y enfermedad renal.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la presión sanguínea alta costará a Estados Unidos más de 75.000 millones de dólares en 2010, entre estadías en hospitales, consultas médicas, medicamentos y pérdida de tiempo de trabajo.
Cort. El Universal
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