Uno de los sectores que ha recibido mayores atropellos del Gobierno de Hugo Chávez es el de los trabajadores.Estos atropellos van desde los despidos masivos ---como el de los 20.000 trabajadores petroleros y como el de los miles de trabajadores que han quedado sin empleo por las extensas confiscaciones y expropiaciones de empresas y propiedades del agro-- hasta el incumplimiento de convenios colectivos o beneficios laborales del Gobierno con los trabajadores de la administración pública.
Es usual que el Gobierno postergue las negociaciones contractuales de sus trabajadores. O que si las negocia no las cumpla, o peor, las firma y luego las echa para atrás, como hizo con los trabajadores del Metro de Caracas.
Hoy todo sindicato o movimiento de trabajadores que no esté controlado por el sindicato oficial UNETE, o por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está indefenso frente a las arbitrariedades del Gobierno. La indefensión es particularmente más grave en los movimientos sindicales que hacen vida en las empresas privadas.
Estos trabajadores enfrentan sus luchas laborales de manera aislada y desarticulada. Las instancias gremiales o sindicales que deberían protegerlos han sido debilitadas, disgregadas o suplantadas por sindicatos paralelos y quinta columnas de trabajadores que forman parte de los grupos de ataque inmediato que ha creado el Gobierno.
Hace dos semanas el Ejecutivo Nacional decidió confiscar de manera arbitraria e ilegal al Grupo Empresarial Agroisleña. Con esta decisión se vieron afectados más de 21.000 trabajadores, que dependían directa o indirectamente de esta agroindustria. En su mayoría, estos trabajadores están realizando legítimas protestas para defender sus puestos de trabajo. Es deplorable cómo estas manifestaciones han sido reprimidas por las fuerzas militares y policiales. La violencia ha sido brutal, incluso mayor a la que usualmente se aplica a las protestas de estudiantes y de otros ciudadanos.
Aunque la Mesa de la Unidad Democrática y otras organizaciones no gubernamentales han rechazado estos atropellos, no se está oyendo la voz de las organizaciones cúpulas de los trabajadores.
¿Dónde están la Confederación Venezolana de Trabajadores (CTV) y los diferentes frentes de trabajadores antes tan aguerridos?
Es cierto que las organizaciones de trabajadores han sido golpeadas, al igual que lo han sido los partidos políticos y otras organizaciones democráticas. Pero, les llegó la hora de sacudirse, refundarse y unificarse.
Una vía podría crear una Mesa de Unidad Sindical donde confluyan de manera coordinada todos los movimientos de trabajadores que apoyan un sistema democrático.
Es claro, que éste no es un trabajo fácil. También se sabe que este esfuerzo no dará rápidos resultados. Pero hoy, no sólo es una obligación, sino es una imperiosa e impostergable necesidad que éstas organizaciones comiencen a trabajar unidas en defensa de los derechos de todos los trabajadores.
Es usual que el Gobierno postergue las negociaciones contractuales de sus trabajadores. O que si las negocia no las cumpla, o peor, las firma y luego las echa para atrás, como hizo con los trabajadores del Metro de Caracas.
Hoy todo sindicato o movimiento de trabajadores que no esté controlado por el sindicato oficial UNETE, o por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) está indefenso frente a las arbitrariedades del Gobierno. La indefensión es particularmente más grave en los movimientos sindicales que hacen vida en las empresas privadas.
Estos trabajadores enfrentan sus luchas laborales de manera aislada y desarticulada. Las instancias gremiales o sindicales que deberían protegerlos han sido debilitadas, disgregadas o suplantadas por sindicatos paralelos y quinta columnas de trabajadores que forman parte de los grupos de ataque inmediato que ha creado el Gobierno.
Hace dos semanas el Ejecutivo Nacional decidió confiscar de manera arbitraria e ilegal al Grupo Empresarial Agroisleña. Con esta decisión se vieron afectados más de 21.000 trabajadores, que dependían directa o indirectamente de esta agroindustria. En su mayoría, estos trabajadores están realizando legítimas protestas para defender sus puestos de trabajo. Es deplorable cómo estas manifestaciones han sido reprimidas por las fuerzas militares y policiales. La violencia ha sido brutal, incluso mayor a la que usualmente se aplica a las protestas de estudiantes y de otros ciudadanos.
Aunque la Mesa de la Unidad Democrática y otras organizaciones no gubernamentales han rechazado estos atropellos, no se está oyendo la voz de las organizaciones cúpulas de los trabajadores.
¿Dónde están la Confederación Venezolana de Trabajadores (CTV) y los diferentes frentes de trabajadores antes tan aguerridos?
Es cierto que las organizaciones de trabajadores han sido golpeadas, al igual que lo han sido los partidos políticos y otras organizaciones democráticas. Pero, les llegó la hora de sacudirse, refundarse y unificarse.
Una vía podría crear una Mesa de Unidad Sindical donde confluyan de manera coordinada todos los movimientos de trabajadores que apoyan un sistema democrático.
Es claro, que éste no es un trabajo fácil. También se sabe que este esfuerzo no dará rápidos resultados. Pero hoy, no sólo es una obligación, sino es una imperiosa e impostergable necesidad que éstas organizaciones comiencen a trabajar unidas en defensa de los derechos de todos los trabajadores.
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