Pandillas rivales se han apoderado de este glamorosa aunque decaída ciudad turística del Pacífico, donde una vez sorbieron martinis las celebridades de Hollywood, Elvis Presley filmó una comedia musical, Elizabeth Taylor se casó, y las estrellas menores se pasaban la noche bailando.
Los nuevos visitantes de Acapulco son los barones de la droga, y ahora los residentes tienen que cuidarse de los tiroteos y de las cabezas cortadas. Algunos visitantes de la ciudad simplemente se desvanecen. Un grupo de pistoleros se apoderó de 20 hombres mexicanos a plena luz del día el 30 de septiembre. Nadie los ha vuelto a ver desde entonces.
Las tasas de ocupación de los hoteles se han desplomado a lo largo del fantasmagórico bulevar frente a la playa. Los restaurantes están vacíos o cerrados.
La criminalidad no ha deshecho la belleza de Acapulco, asentada en una bahía semicircular flanqueada por montañas cubiertas de buganvilia, un impresionante ambiente que hizo de ella el más antiguo y el mejor conocido centro turístico del país, "la perla del Pacífico''.
La violencia, sin embargo, ha extendido una densa sombra sobre muchos de los 800,000 residentes de la ciudad.
"Todo el mundo parece estar armado'', afirmó Areli García Santana, estudiante de ortodoncia de 22 años de edad. ‘Hay balaceras por todas partes''.
Hasta los residentes acostumbrados a la creciente violencia están espantados.
"Acapulco está en el suelo. La gente ve la situación de la seguridad como muy mala. Después de las 10 de la noche, hay miedo'', indicó Víctor Díaz Juárez, científico social de la Universidad Nacional Autónoma de Guerrero.
Durante los meses de invierno, los cruceros todavía fondean en Acapulco, procedentes de San Francisco y de aun más lejos. En los años recientes, Acapulco ha revivido en marzo como uno de los destinos preferidos de las vacaciones de primavera. En otras épocas del año, sin embargo, los turistas se mantienen a distancia, preocupados por la deteriorada seguridad pública.
En vez de culpar a la violencia derivada de las drogas por los males de Acapulco, los propietarios de los hoteles acusan frecuentemente a los medios informativos y a la ciudadanía de no proteger la imagen del puerto, y hasta niegan que la seguridad sea un problema.
"¿Por qué satanizar un destino turístico como Acapulco, donde vivimos exclusivamente del turismo?", preguntó Javier Saldívar, presidente de la Cámara de Comercio de Acapulco.
"Si usted camina a lo largo del Bulevar Miguel Alemán, o junto a la playa, podrá ver que hay muchos agentes de la policía''.
Díaz, el profesor universitario, afirma que la presencia de la policía sólo ocultaba la profunda corrupción del tejido social de Acapulco. Muchos de los policías están controlados por los carteles, indicó.
‘‘Usted ve a un montón de carros patrulleros pasando de un lado al otro, para que los turistas no se asusten, pero la verdad es que no hay control'', declaró Díaz.
Al menos tres bandas de narcotraficantes se disputan el poder sobre el estratégico puerto de Acapulco: los restos del cartel Beltrán Leyva, Los Zetas y la Familia Michoacana.
En un feroz tiroteo a plena luz del día el 14 de abril, varios pistoleros mataron a seis personas e hirieron a otras cinco en el atractivo bulevar principal del distrito turístico, rompiendo en pedazos las ventanas de los hoteles y desencadenando una serie de accidentes automovilísticos con los fogonazos de sus armas automáticas. Entre las víctimas estuvieron una mujer y su hija de 8 años, que parecen haber sido los objetivos de los pistoleros.
Los pandilleros visten con frecuencia uniformes militares o de la policía, lo cual aumenta la inseguridad de la gente. El 25 de septiembre, asaltantes vestidos con uniformes de camuflaje típicos de los infantes de marina, lanzaron granadas al interior de una casa segura que pertenecía a un grupo rival, y después entraron y ejecutaron a siete hombres.
Esa misma semana, otros pistoleros mataron a dos sobrinos del subdirector de tránsito de la ciudad, les cortaron las cabezas y las dejaron en una calle. Un cartel acusaba al funcionario público de estar bajo el control del cartel Beltrán Leyva.
Pero fue el secuestro en pleno día de un grupo de 20 hombres cerca de una iglesia, el 30 de septiembre, lo que puso realmente de manifiesto la tempestad de violencia que azota la ciudad.
Los hombres, cuyas edades oscilaban entre 17 y 47 años, eran del estado de Michoacán, donde la influencia de los barones de la droga es enorme. Muchos de los residentes locales desestimaron las vehementes afirmaciones de familiares de las víctimas en el sentido de que éstas eran turistas, sugiriendo, en cambio, que eran pistoleros desplegados para las batalles que tienen lugar en la ciudad. El mensaje implícito: ellos se lo buscaron.
Sólo hay que recorrer los pasillos y vestíbulos de hoteles como Los Flamingos y Villa Vera para darse cuenta de cuán bajo ha caído Acapulco.
Si los encantadores bungalows de Villa Vera pudieran contar sus secretos, es probable que lo hicieran con Frank Sinatra cantando como fondo. Después de todo, fue aquí donde "La Voz'' cautivó a Ava Gardner. Entre los visitantes frecuentes se encontraban Gina Lollobrigida, Rita Hayworth y, por supuesto, Elizabeth Taylor, que deslumbró con su mirada el productor Mike Todd, convirtiéndolo en la tercera de sus ocho conquistas matrimoniales.
John F. Kennedy trajo a Jacqueline de luna de miel a Acapulco en 1953, alojándose en una villa con una vista panorámica del océano.
En estos días, la villa está disponible en el mercado, y nadie se interesa por ella. El precio es de $950,000. El propietario, que vive en la Florida, indicó la razón por la cual se fue de la ciudad.
"El mayor problema para mí es que estaban secuestrando a la gente por cualquier suma de dinero. Podían ser $2,000, o podían ser millones. Y nunca arrestan a nadie'', declaró, pidiendo que no se usara su nombre, pues temía por su seguridad.
Cort. El Nuevo Herald
Los nuevos visitantes de Acapulco son los barones de la droga, y ahora los residentes tienen que cuidarse de los tiroteos y de las cabezas cortadas. Algunos visitantes de la ciudad simplemente se desvanecen. Un grupo de pistoleros se apoderó de 20 hombres mexicanos a plena luz del día el 30 de septiembre. Nadie los ha vuelto a ver desde entonces.
Las tasas de ocupación de los hoteles se han desplomado a lo largo del fantasmagórico bulevar frente a la playa. Los restaurantes están vacíos o cerrados.
La criminalidad no ha deshecho la belleza de Acapulco, asentada en una bahía semicircular flanqueada por montañas cubiertas de buganvilia, un impresionante ambiente que hizo de ella el más antiguo y el mejor conocido centro turístico del país, "la perla del Pacífico''.
La violencia, sin embargo, ha extendido una densa sombra sobre muchos de los 800,000 residentes de la ciudad.
"Todo el mundo parece estar armado'', afirmó Areli García Santana, estudiante de ortodoncia de 22 años de edad. ‘Hay balaceras por todas partes''.
Hasta los residentes acostumbrados a la creciente violencia están espantados.
"Acapulco está en el suelo. La gente ve la situación de la seguridad como muy mala. Después de las 10 de la noche, hay miedo'', indicó Víctor Díaz Juárez, científico social de la Universidad Nacional Autónoma de Guerrero.
Durante los meses de invierno, los cruceros todavía fondean en Acapulco, procedentes de San Francisco y de aun más lejos. En los años recientes, Acapulco ha revivido en marzo como uno de los destinos preferidos de las vacaciones de primavera. En otras épocas del año, sin embargo, los turistas se mantienen a distancia, preocupados por la deteriorada seguridad pública.
En vez de culpar a la violencia derivada de las drogas por los males de Acapulco, los propietarios de los hoteles acusan frecuentemente a los medios informativos y a la ciudadanía de no proteger la imagen del puerto, y hasta niegan que la seguridad sea un problema.
"¿Por qué satanizar un destino turístico como Acapulco, donde vivimos exclusivamente del turismo?", preguntó Javier Saldívar, presidente de la Cámara de Comercio de Acapulco.
"Si usted camina a lo largo del Bulevar Miguel Alemán, o junto a la playa, podrá ver que hay muchos agentes de la policía''.
Díaz, el profesor universitario, afirma que la presencia de la policía sólo ocultaba la profunda corrupción del tejido social de Acapulco. Muchos de los policías están controlados por los carteles, indicó.
‘‘Usted ve a un montón de carros patrulleros pasando de un lado al otro, para que los turistas no se asusten, pero la verdad es que no hay control'', declaró Díaz.
Al menos tres bandas de narcotraficantes se disputan el poder sobre el estratégico puerto de Acapulco: los restos del cartel Beltrán Leyva, Los Zetas y la Familia Michoacana.
En un feroz tiroteo a plena luz del día el 14 de abril, varios pistoleros mataron a seis personas e hirieron a otras cinco en el atractivo bulevar principal del distrito turístico, rompiendo en pedazos las ventanas de los hoteles y desencadenando una serie de accidentes automovilísticos con los fogonazos de sus armas automáticas. Entre las víctimas estuvieron una mujer y su hija de 8 años, que parecen haber sido los objetivos de los pistoleros.
Los pandilleros visten con frecuencia uniformes militares o de la policía, lo cual aumenta la inseguridad de la gente. El 25 de septiembre, asaltantes vestidos con uniformes de camuflaje típicos de los infantes de marina, lanzaron granadas al interior de una casa segura que pertenecía a un grupo rival, y después entraron y ejecutaron a siete hombres.
Esa misma semana, otros pistoleros mataron a dos sobrinos del subdirector de tránsito de la ciudad, les cortaron las cabezas y las dejaron en una calle. Un cartel acusaba al funcionario público de estar bajo el control del cartel Beltrán Leyva.
Pero fue el secuestro en pleno día de un grupo de 20 hombres cerca de una iglesia, el 30 de septiembre, lo que puso realmente de manifiesto la tempestad de violencia que azota la ciudad.
Los hombres, cuyas edades oscilaban entre 17 y 47 años, eran del estado de Michoacán, donde la influencia de los barones de la droga es enorme. Muchos de los residentes locales desestimaron las vehementes afirmaciones de familiares de las víctimas en el sentido de que éstas eran turistas, sugiriendo, en cambio, que eran pistoleros desplegados para las batalles que tienen lugar en la ciudad. El mensaje implícito: ellos se lo buscaron.
Sólo hay que recorrer los pasillos y vestíbulos de hoteles como Los Flamingos y Villa Vera para darse cuenta de cuán bajo ha caído Acapulco.
Si los encantadores bungalows de Villa Vera pudieran contar sus secretos, es probable que lo hicieran con Frank Sinatra cantando como fondo. Después de todo, fue aquí donde "La Voz'' cautivó a Ava Gardner. Entre los visitantes frecuentes se encontraban Gina Lollobrigida, Rita Hayworth y, por supuesto, Elizabeth Taylor, que deslumbró con su mirada el productor Mike Todd, convirtiéndolo en la tercera de sus ocho conquistas matrimoniales.
John F. Kennedy trajo a Jacqueline de luna de miel a Acapulco en 1953, alojándose en una villa con una vista panorámica del océano.
En estos días, la villa está disponible en el mercado, y nadie se interesa por ella. El precio es de $950,000. El propietario, que vive en la Florida, indicó la razón por la cual se fue de la ciudad.
"El mayor problema para mí es que estaban secuestrando a la gente por cualquier suma de dinero. Podían ser $2,000, o podían ser millones. Y nunca arrestan a nadie'', declaró, pidiendo que no se usara su nombre, pues temía por su seguridad.
Cort. El Nuevo Herald
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