DOLORES OCHOA/AP
POR ANTONIO MARIA DELGADOADELGADO@ELNUEVOHERALD
La brecha entre la democracia y el autoritarismo parece estar ampliándose en América Latina ante la determinación con que algunos países de la región se han abocado a desmontar los pilares sobre los que descansa el pluralismo.
Expertos consultados por El Nuevo Herald dijeron que dos claros bandos están emergiendo en América Latina entre aquellos países que están en proceso de consolidar y profundizar sus democracias y aquellas donde no sólo el modelo de gobierno está en declive sino que en algunos casos agoniza.
En el primer grupo se ubican naciones como Chile, Uruguay y Costa Rica, donde el funcionamiento de sus regímenes democráticos es comparable a los de algunos países de Europa Central.
En el otro emergen naciones como Ecuador, Nicaragua, Venezuela, donde muchos de los preceptos de la democracia, aquellos fundamentos básicos aceptados como característicos de este tipo de modelos de gobierno, están ausentes.
Según los expertos, el líder de este último grupo es Venezuela.
"Venezuela es el símbolo de esta corriente. Es una democracia electoral, pero todo lo demás no es democrático'', manifestó Mark Jones, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de Rice University, en Houston, quien ha realizado varios estudios sobre la salud de la democracia en América Latina.
"El país cuenta con aplicación de políticas arbitrarias; no hay respeto a la ley; la decisión del presidente se impone sobre las instituciones; hay muy poco respeto a las libertades civiles y a los derechos a la propiedad y no hay mecanismos judiciales para plantear quejas'', dijo Jones.
"Hay lo que podría llamarse un dictador electo''.
Cuba está exenta de la lista porque su sistema político está claramente catalogado como un régimen autoritario, al tiempo que las serias deficiencias de Haití están más relacionadas con la debilidad institucional que con los esfuerzos de sus mandatarios por concentrar el poder.
Según el último informe mundial sobre el estado de las democracias elaborado por la unidad de inteligencia de la revista The Economist, la debilidad de las instituciones de Ecuador y Venezuela es tan pronunciada que sus modelos de gobierno son catalogados como ‘‘híbridos'' y aparecen después de Cuba y Haití como los menos democráticos de la región.
Los expertos sienten especial preocupación por la falta de separación de poderes en estas naciones.
Roberto Izurieta, director de Proyectos Latinoamericanos de la Escuela de Gerencia Política de la Universidad George Washington, indicó que es este concepto, y no la realización de elecciones, el que verdaderamente define si un gobierno puede ser considerado como democrático.
"El corazón de la democracia no está en el voto'', explicó Izurieta.
"Está en la división de poderes y en la capacidad que tiene cada uno en limitar, fiscalizar, supervisar y regular a los otros poderes, y ese es un concepto que está siendo violado en muchísimos países''.
Después de todo, añade Izurieta, las elecciones han sido utilizadas en el pasado, muchas veces sin éxito, por una larga lista de dictadores que pretendían darles cierto aire de legitimidad a sus regímenes autoritarios.
Jones comentó que cuando las elecciones son usadas para legitimar a regímenes que no son sometidos al escrutinio de otros poderes, el resultado es la creación de un nuevo modelo de gobierno denominado en ocasiones como "democracias delegadas''. En ellas la población delega el uso de las instituciones democráticas a un individuo escogido para hacer su voluntad.
Pero esto presenta grandes problemas para el juego democrático porque destruye sus instituciones, y el resultado es análogo a la actuación de un dictador que somete su mandato ocasionalmente a plebiscitos.
El ex canciller venezolano Armando Durán dijo que el presidente Hugo Chávez está sistemáticamente destruyendo las instituciones democráticas del país petrolero en un intento por implantar un modelo de gobierno autoritario con características similares al cubano.
Durán, profesor de Política Hemisférica de la Universidad de Miami, dijo que el país se encuentra en un proceso de transición entre modelos de gobiernos, pero señaló que, si bien el origen de Chávez fue democrático, hay muy poco de democracia en su gobierno.
"Ese ha sido el gran truco de Chávez'', comentó Durán. "Ha logrado por la vía pacífica, por la vía electoral, lo que Fidel Castro emprendió en los años 60 por la vía armada''.
Pero incluso la legitimidad de los procesos electorales de algunas de estas naciones es cuestionada. Los expertos dijeron que es difícil hoy en día llamar a las elecciones que se realizan en estos países fraudulentas, término que califican que está en desuso, pero señalaron que sí hay evidencia de grandes vicios e irregularidades.
En el caso de Ecuador, por ejemplo, las campañas de los adversarios de Correa en las últimas elecciones presidenciales estaban severamente limitadas por el tribunal electoral, mientras que el mandatario aparecía por televisión sin ningún tipo de restricción.
Así, mientras que el impacto de las campañas de los opositores rondaban por el equivalente de 150 GRPs --unidad empleada para medir el alcance de la publicidad-- el del gobierno alcanzaba los 3,000 y los 4,000 GRPs, dijo Izurieta.
En Venezuela, las elecciones están plagadas por irregularidades que desde hace varios años han opacado su transparencia, incluyendo una autoridad electoral con escasa presencia de la oposición, un registro electoral que observadores internacionales califican de sobreabultado y el uso de máquinas de votación que han sido cuestionadas.
Y los expertos también expresan preocupación sobre la proclividad de algunos de estos gobiernos a restringir las operaciones de los medios de comunicación, sector que hereda la tarea de monitorear al gobierno tras la pérdida de la independencia de poderes.
Según las conclusiones de la última Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada en México, los gobiernos de algunos de estos países intentan amordazar la crítica independiente y controlar la opinión pública.
"A lo largo y ancho de las Américas existen esfuerzos renovados para imponer disposiciones legales destinadas a ‘regular' el funcionamiento de los medios de comunicación'', advirtió la SIP en su declaración final. "Aunque se expresan a menudo en términos altisonantes, son intentos evidentes para controlar y limitar el libre flujo de información''.
Izurieta dijo que el surgimiento del autoritarismo es posible en Venezuela y en otros países de América Latina debido a la gran cantidad de recursos económicos que están recibiendo a través de la venta de las materias primas, ya que estos no provienen de los bolsillos de la ciudadanía.
También cuestionó el grado de compromiso que tiene la población con la defensa de los sistemas democráticos.
"La gente lo que quiere es vivir bien'', dijo Izurieta. "Si la gente tiene trabajo y ve que la economía está avanzando, entonces la democracia se vuelve una discusión abstracta para mucha gente''.
Añadió que si bien las manifestaciones de respaldo a las democracias suelen ser altas en las encuestas, estas declaraciones parecen ser respuestas "políticamente correctas'' otorgadas durante las consultas, a diferencia de las actitudes de la ciudadanía con culturas democráticas más arraigadas, como en Europa y Estados Unidos.
"Estas [últimas] son sociedades democráticas. Creen en la democracia, entienden la democracia, entienden el respeto a la ley, entienden las reglas del juego y las respetan'', comentó. "Los latinoamericanos solemos ser más prácticos. Si las cosas funcionan bien, no importa tanto si el gobierno es autoritario''.
Jones dijo que esta tendencia está muy bien enmarcada en la tradición populista de América Latina, cuya manifestación se ve hoy en día más arraigada en la actuación de Chávez, al igual que el presidente Daniel Ortega en Nicaragua, pero que en realidad comenzó en los años 90 con el argentino Carlos Menem y el peruano Alberto Fujimori.
Durante la ola democrática de los años 80 fueron muchos los países que incluyeron en sus constituciones prohibiciones a la reelección presidencial, considerando que esta medida era necesaria para evitar el surgimiento de dictadores elegidos.
Pero Menem y Fujimori reformaron las cartas magnas de sus países para así mantenerse en el poder, lo que creó un precedente que está siendo repetido una y otra vez en los últimos años.
"Una de las grandes características de este tipo de líderes autoritarios es que inmediatamente después de llegar al poder, reforman la Constitución'', manifestó Jones. ‘‘Esto lo hacen porque las reglas de juego en América Latina han cambiado y hoy en día se considera inaceptable para un país ser catalogado de dictadura'', apuntó.
Expertos consultados por El Nuevo Herald dijeron que dos claros bandos están emergiendo en América Latina entre aquellos países que están en proceso de consolidar y profundizar sus democracias y aquellas donde no sólo el modelo de gobierno está en declive sino que en algunos casos agoniza.
En el primer grupo se ubican naciones como Chile, Uruguay y Costa Rica, donde el funcionamiento de sus regímenes democráticos es comparable a los de algunos países de Europa Central.
En el otro emergen naciones como Ecuador, Nicaragua, Venezuela, donde muchos de los preceptos de la democracia, aquellos fundamentos básicos aceptados como característicos de este tipo de modelos de gobierno, están ausentes.
Según los expertos, el líder de este último grupo es Venezuela.
"Venezuela es el símbolo de esta corriente. Es una democracia electoral, pero todo lo demás no es democrático'', manifestó Mark Jones, profesor del Departamento de Ciencias Políticas de Rice University, en Houston, quien ha realizado varios estudios sobre la salud de la democracia en América Latina.
"El país cuenta con aplicación de políticas arbitrarias; no hay respeto a la ley; la decisión del presidente se impone sobre las instituciones; hay muy poco respeto a las libertades civiles y a los derechos a la propiedad y no hay mecanismos judiciales para plantear quejas'', dijo Jones.
"Hay lo que podría llamarse un dictador electo''.
Cuba está exenta de la lista porque su sistema político está claramente catalogado como un régimen autoritario, al tiempo que las serias deficiencias de Haití están más relacionadas con la debilidad institucional que con los esfuerzos de sus mandatarios por concentrar el poder.
Según el último informe mundial sobre el estado de las democracias elaborado por la unidad de inteligencia de la revista The Economist, la debilidad de las instituciones de Ecuador y Venezuela es tan pronunciada que sus modelos de gobierno son catalogados como ‘‘híbridos'' y aparecen después de Cuba y Haití como los menos democráticos de la región.
Los expertos sienten especial preocupación por la falta de separación de poderes en estas naciones.
Roberto Izurieta, director de Proyectos Latinoamericanos de la Escuela de Gerencia Política de la Universidad George Washington, indicó que es este concepto, y no la realización de elecciones, el que verdaderamente define si un gobierno puede ser considerado como democrático.
"El corazón de la democracia no está en el voto'', explicó Izurieta.
"Está en la división de poderes y en la capacidad que tiene cada uno en limitar, fiscalizar, supervisar y regular a los otros poderes, y ese es un concepto que está siendo violado en muchísimos países''.
Después de todo, añade Izurieta, las elecciones han sido utilizadas en el pasado, muchas veces sin éxito, por una larga lista de dictadores que pretendían darles cierto aire de legitimidad a sus regímenes autoritarios.
Jones comentó que cuando las elecciones son usadas para legitimar a regímenes que no son sometidos al escrutinio de otros poderes, el resultado es la creación de un nuevo modelo de gobierno denominado en ocasiones como "democracias delegadas''. En ellas la población delega el uso de las instituciones democráticas a un individuo escogido para hacer su voluntad.
Pero esto presenta grandes problemas para el juego democrático porque destruye sus instituciones, y el resultado es análogo a la actuación de un dictador que somete su mandato ocasionalmente a plebiscitos.
El ex canciller venezolano Armando Durán dijo que el presidente Hugo Chávez está sistemáticamente destruyendo las instituciones democráticas del país petrolero en un intento por implantar un modelo de gobierno autoritario con características similares al cubano.
Durán, profesor de Política Hemisférica de la Universidad de Miami, dijo que el país se encuentra en un proceso de transición entre modelos de gobiernos, pero señaló que, si bien el origen de Chávez fue democrático, hay muy poco de democracia en su gobierno.
"Ese ha sido el gran truco de Chávez'', comentó Durán. "Ha logrado por la vía pacífica, por la vía electoral, lo que Fidel Castro emprendió en los años 60 por la vía armada''.
Pero incluso la legitimidad de los procesos electorales de algunas de estas naciones es cuestionada. Los expertos dijeron que es difícil hoy en día llamar a las elecciones que se realizan en estos países fraudulentas, término que califican que está en desuso, pero señalaron que sí hay evidencia de grandes vicios e irregularidades.
En el caso de Ecuador, por ejemplo, las campañas de los adversarios de Correa en las últimas elecciones presidenciales estaban severamente limitadas por el tribunal electoral, mientras que el mandatario aparecía por televisión sin ningún tipo de restricción.
Así, mientras que el impacto de las campañas de los opositores rondaban por el equivalente de 150 GRPs --unidad empleada para medir el alcance de la publicidad-- el del gobierno alcanzaba los 3,000 y los 4,000 GRPs, dijo Izurieta.
En Venezuela, las elecciones están plagadas por irregularidades que desde hace varios años han opacado su transparencia, incluyendo una autoridad electoral con escasa presencia de la oposición, un registro electoral que observadores internacionales califican de sobreabultado y el uso de máquinas de votación que han sido cuestionadas.
Y los expertos también expresan preocupación sobre la proclividad de algunos de estos gobiernos a restringir las operaciones de los medios de comunicación, sector que hereda la tarea de monitorear al gobierno tras la pérdida de la independencia de poderes.
Según las conclusiones de la última Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), realizada en México, los gobiernos de algunos de estos países intentan amordazar la crítica independiente y controlar la opinión pública.
"A lo largo y ancho de las Américas existen esfuerzos renovados para imponer disposiciones legales destinadas a ‘regular' el funcionamiento de los medios de comunicación'', advirtió la SIP en su declaración final. "Aunque se expresan a menudo en términos altisonantes, son intentos evidentes para controlar y limitar el libre flujo de información''.
Izurieta dijo que el surgimiento del autoritarismo es posible en Venezuela y en otros países de América Latina debido a la gran cantidad de recursos económicos que están recibiendo a través de la venta de las materias primas, ya que estos no provienen de los bolsillos de la ciudadanía.
También cuestionó el grado de compromiso que tiene la población con la defensa de los sistemas democráticos.
"La gente lo que quiere es vivir bien'', dijo Izurieta. "Si la gente tiene trabajo y ve que la economía está avanzando, entonces la democracia se vuelve una discusión abstracta para mucha gente''.
Añadió que si bien las manifestaciones de respaldo a las democracias suelen ser altas en las encuestas, estas declaraciones parecen ser respuestas "políticamente correctas'' otorgadas durante las consultas, a diferencia de las actitudes de la ciudadanía con culturas democráticas más arraigadas, como en Europa y Estados Unidos.
"Estas [últimas] son sociedades democráticas. Creen en la democracia, entienden la democracia, entienden el respeto a la ley, entienden las reglas del juego y las respetan'', comentó. "Los latinoamericanos solemos ser más prácticos. Si las cosas funcionan bien, no importa tanto si el gobierno es autoritario''.
Jones dijo que esta tendencia está muy bien enmarcada en la tradición populista de América Latina, cuya manifestación se ve hoy en día más arraigada en la actuación de Chávez, al igual que el presidente Daniel Ortega en Nicaragua, pero que en realidad comenzó en los años 90 con el argentino Carlos Menem y el peruano Alberto Fujimori.
Durante la ola democrática de los años 80 fueron muchos los países que incluyeron en sus constituciones prohibiciones a la reelección presidencial, considerando que esta medida era necesaria para evitar el surgimiento de dictadores elegidos.
Pero Menem y Fujimori reformaron las cartas magnas de sus países para así mantenerse en el poder, lo que creó un precedente que está siendo repetido una y otra vez en los últimos años.
"Una de las grandes características de este tipo de líderes autoritarios es que inmediatamente después de llegar al poder, reforman la Constitución'', manifestó Jones. ‘‘Esto lo hacen porque las reglas de juego en América Latina han cambiado y hoy en día se considera inaceptable para un país ser catalogado de dictadura'', apuntó.
Cort. El Nuevo Herald
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