FL/Globovisión/Cortesía de www.kienyke.com
El almuerzo del narcotraficante Walid Makled debe pasar por al menos ocho puertas de seguridad. Después de abrir la última con una llave maestra, los guardias se acercan con un contenedor que guarda más de cien portacomidas, lo abren y le piden a Makled que escoja uno al azar.
El preso estira el brazo y elige cualquiera de las cajas de tapa azul, mientras una cámara de video graba la escena. Así, si el extraditable muere por envenenamiento, queda constancia de que el Inpec no fue responsable e hizo todo lo posible por evitarlo. Este procedimiento se repite todos los días en un pabellón en el que no entra el sol, no hay espejos y donde los internos no hacen otra cosa que esperar.
Por medidas de seguridad, Walid Makled debe escoger entre una de estas bandejas sus tres comidas del día. Así, si resulta envenenado el Inpec se exime de la responsabilidad.
Este ritual se repite para cada una de las tres comidas de Makled, el interno 158327, identificado con la tarjeta carcelaria 113061192. En su celda no hay nada más que ropa, artículos de aseo personal y folios de su expediente judicial. Está solo en el piso tres del bloque seis del nuevo edificio de la Cárcel La Picota, en Bogotá, por una orden gubernamental. Makled es la joya de la corona para Venezuela y Estados Unidos, que lo requieren en extradición. La decisión de enviarlo a uno u otro país es quizá la más difícil que deberá tomar Juan Manuel Santos en el tiempo que lleva en la presidencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario