La nobleza del fútbol se ensombrece cuando la violencia baja de las graderías y vomita su furia en el terreno. No es un espectáculo digno de ver, aplaudir o seguir. Por el contrario, quienes asisten a un partido con el propósito de disfrutar el llamado deporte rey, se marchan tristes, decepcionados, gracias a un pequeño grupo que le saboteó sus 90 minutos. Tal y como ocurrió el pasado domingo en el estadio Olímpico cuando un gol del Zamora acabó con con la supremacía del Caracas FC.
Foto: Renier Otto/TalCualDigital
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