Aparentemente, muchos vivianes, acostumbrados a la manguangua corrupta y laxa del Banco Industrial, hicieron llegar al Supremo quejas acerca del comportamiento del banquero Ortega Díaz y Chacumbele, fiel a su estilo lo raspó
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Es como para preguntarse por qué fue destituido Humberto Ortega Díaz de la dirección del Banco de Venezuela. Lo único que se me ocurre es que lo venía haciendo bien y este gobierno no puede ver un funcionario competente porque inmediatamente se deshace de él.
Ortega había impuesto un régimen profesional, aplicando con el rigor propio de ese negocio aquellos principios organizativos y financieros que todo banco, si no quiere ir a la quiebra, debe atender. Aparentemente, muchos vivianes, acostumbrados a la manguangua corrupta y laxa del Banco Industrial, hicieron llegar al Supremo quejas acerca del comportamiento "no revolucionario" del banquero Ortega Díaz y Chacumbele, fiel a su estilo demagógico e irresponsable, lo raspó.
Para Chacumbele existe una absoluta incompatibilidad entre la eficiencia en el trabajo, en la necesidad de cumplir con las funciones de un cargo con responsabilidad y la condición "revolucionaria".
Mientras más vago es un tipo, mientras es más incompetente y más desatento con sus compañeros de trabajo y con el público, Chacumbele le atribuye el summun de la condición revolucionaria. Según sus peculiares criterios, "Así, así es que se gobierna". Sacó del Seniat a Vielma Mora, quien tenía fama de ser uno de los pocos gerentes eficientes del régimen.
Por ahí anda, en el limbo. Pero inútiles conocidos, incapaces de antología, mantienen sus chambas porque no le hacen sombra al Líder Máximo. A éste no le gustan colaboradores capaces o brillantes a su lado.
Teme que le hagan sombra. Informe que le llega sobre la eficiencia de alguno de sus funcionarios, sella la suerte de éste.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Es como para preguntarse por qué fue destituido Humberto Ortega Díaz de la dirección del Banco de Venezuela. Lo único que se me ocurre es que lo venía haciendo bien y este gobierno no puede ver un funcionario competente porque inmediatamente se deshace de él.
Ortega había impuesto un régimen profesional, aplicando con el rigor propio de ese negocio aquellos principios organizativos y financieros que todo banco, si no quiere ir a la quiebra, debe atender. Aparentemente, muchos vivianes, acostumbrados a la manguangua corrupta y laxa del Banco Industrial, hicieron llegar al Supremo quejas acerca del comportamiento "no revolucionario" del banquero Ortega Díaz y Chacumbele, fiel a su estilo demagógico e irresponsable, lo raspó.
Para Chacumbele existe una absoluta incompatibilidad entre la eficiencia en el trabajo, en la necesidad de cumplir con las funciones de un cargo con responsabilidad y la condición "revolucionaria".
Mientras más vago es un tipo, mientras es más incompetente y más desatento con sus compañeros de trabajo y con el público, Chacumbele le atribuye el summun de la condición revolucionaria. Según sus peculiares criterios, "Así, así es que se gobierna". Sacó del Seniat a Vielma Mora, quien tenía fama de ser uno de los pocos gerentes eficientes del régimen.
Por ahí anda, en el limbo. Pero inútiles conocidos, incapaces de antología, mantienen sus chambas porque no le hacen sombra al Líder Máximo. A éste no le gustan colaboradores capaces o brillantes a su lado.
Teme que le hagan sombra. Informe que le llega sobre la eficiencia de alguno de sus funcionarios, sella la suerte de éste.
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