Corrido en plazas de la cuarta y quinta repúblicas, a Henry Ramos Allup no se le teme tanto por su inocultable gen adeco, sino por la afilada lengua cargada de adjetivos con la que lacera a contrincantes, dentro y fuera del partido.
Basta con pararse frente a las cámaras para que incluso el periodista novato se gane la buena crónica, con derecho a un llamado en primera plana. Porque no es a Henry a quien los reporteros gustan entrevistar sino a esa arma con la que suele identificar de "malvivientes" a los chavistas que apedrean su honor de político y hombre público.Foto: Renier Otto/TalCualDigital
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