Se pregunta Nicmer Evans: "¿Es posible que avance una revolución que no hace de la crítica el principal de sus motores?" No será, que esto no es ninguna revolución sino un régimen personalista, en el cual el Primer Mandamiento es, precisamente, no tocar al líder ni al proceso?
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
En Aporrea aparece un texto del sociólogo Nicmer Evans quien por cierto, es uno de los poquísimos chavistas que no tiene inconveniente alguno en declarar para TalCual sumamente serio y reflexivo sobre los problemas de la crítica y la autocrítica en el seno del PSUV.
Reivindica, de pasada, la reunión del grupo de intelectuales chavistas, de junio de 2009, en la cual se formularon importantes y fundamentadas observaciones críticas a la performance tanto del partido como del gobierno. Se recordará que la reunión y algunos de sus protagonistas fueron duramente zarandeados por varios líderes del "proceso" poco menos que como "habladores de pendejadas".
Después de dos años, para Evans, la casi totalidad de las interrogantes y conclusiones de aquel evento mantienen su vigencia y pertinencia, a pesar, señala, de que "algunos de los ponentes del encuentro fueron estigmatizados y en la actualidad han sido desplazados" y algunos, dice este minicronista, sencillamente se acobardaron y han callado, aunque otros vienen sosteniendo sus posturas críticas de entonces, incluso aumentadas.
No es difícil entender el silencio de algunos y el coraje de otros. Lo dice Evans mismo: "No es difícil encontrar en los medios del proceso comportamientos del socialismo del siglo XX en los que se acusa de `contrarrevolucionario’, de `agente de la CIA’ o `quinta columnas’ a cualquier persona, incluidas personas con una incuestionable semblanza revolucionaria que formulan críticas en voz alta".
Se pregunta Nicmer Evans: "¿Es posible que avance una revolución que no hace de la crítica el principal de sus motores?" No será, pregunto yo, que esto no es ninguna revolución sino un régimen personalista, en el cual el Primer Mandamiento es, precisamente, no tocar al líder ni al proceso?
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
En Aporrea aparece un texto del sociólogo Nicmer Evans quien por cierto, es uno de los poquísimos chavistas que no tiene inconveniente alguno en declarar para TalCual sumamente serio y reflexivo sobre los problemas de la crítica y la autocrítica en el seno del PSUV.
Reivindica, de pasada, la reunión del grupo de intelectuales chavistas, de junio de 2009, en la cual se formularon importantes y fundamentadas observaciones críticas a la performance tanto del partido como del gobierno. Se recordará que la reunión y algunos de sus protagonistas fueron duramente zarandeados por varios líderes del "proceso" poco menos que como "habladores de pendejadas".
Después de dos años, para Evans, la casi totalidad de las interrogantes y conclusiones de aquel evento mantienen su vigencia y pertinencia, a pesar, señala, de que "algunos de los ponentes del encuentro fueron estigmatizados y en la actualidad han sido desplazados" y algunos, dice este minicronista, sencillamente se acobardaron y han callado, aunque otros vienen sosteniendo sus posturas críticas de entonces, incluso aumentadas.
No es difícil entender el silencio de algunos y el coraje de otros. Lo dice Evans mismo: "No es difícil encontrar en los medios del proceso comportamientos del socialismo del siglo XX en los que se acusa de `contrarrevolucionario’, de `agente de la CIA’ o `quinta columnas’ a cualquier persona, incluidas personas con una incuestionable semblanza revolucionaria que formulan críticas en voz alta".
Se pregunta Nicmer Evans: "¿Es posible que avance una revolución que no hace de la crítica el principal de sus motores?" No será, pregunto yo, que esto no es ninguna revolución sino un régimen personalista, en el cual el Primer Mandamiento es, precisamente, no tocar al líder ni al proceso?
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