En Venezuela los aguaceros nunca son recibidos con regocijo. Sinónimo de tragedias y derrumbes, los llamados palos de agua trancan las avenidas, convierten en laguna el alcantarillado desatendido y generan el caos en el transporte público, de donde sólo salen insultos y maldiciones.
Pero aun así, esta doña le pone su mejor expresión a una tarde lluviosa como la de ayer y se vacila lo que a todas luces parece irremediable.Foto: Saúl Uzcátegui/TalCualDigital
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