Doce años después continuamos dependiendo del petróleo y además la chavorrevolución nos ha hecho más rentistas que nunca. ¡Qué golilla es ser un país petrolero! Ayer lo decía Chacumbele
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Chacumbele de vez en cuando aborda el tema del país rentista que somos. Pero doce años después no sólo continuamos siéndolo sino que la chavorrevolución nos ha hecho más rentistas que nunca. ¡Qué golilla es ser un país petrolero! Ayer lo decía Chacumbele.
Los venezolanos no sabemos, decía, cuánto gasta el gobierno para que paguemos la gasolina, la electricidad o el agua a su precio actual. ¡Claro que lo sabemos! El único que parecía no haberse dado cuenta de que su "revolución" se apoya en una bola de subsidios a todo, desde alimentos hasta gasolina, es él.
La diferencia entre lo que cuesta producir cualquier bien, ya sea gasolina, electricidad o arroz, la pone el gobierno. Por eso es que aquí ni precios ni salarios guardan relación alguna con la economía real. Todo es ficticio.
Pero el dinero, incluso el del petróleo, no es infinito y menos aún en manos tan dispendiosas como las de Chacumbele. Por eso siempre le llega la hora de hacer ajustes en los precios, por ejemplo de los alimentos, después de congelarlos a punta de subsidios durante años, hasta que ni así aguanten más los precios. Hace rato viene dándole vueltas a lo de la gasolina.
Pdvsa gasta casi 10 mil millones de dólares anuales para regalar la gasolina. Sabe que eso ya es inaguantable pero no se atreve a dar el paso de ajustar su precio. Tiembla ante esa perspectiva, sobre la cual ha hecho ya dos amagos, para luego recular espantado. La reelección tiene un precio. Y él está dispuesto a pagarlo, así el país se hunda.
El dinero que podría ayudar a hacer una Venezuela productiva se despilfarra en subsidios tan absurdos como el de la gasolina o el de la electricidad. A Chacu no le importa. Su ideología es que "después se verá" y si en 2012 queda fuera de circulación, mala leche, el que venga atrás que arrée.
Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Chacumbele de vez en cuando aborda el tema del país rentista que somos. Pero doce años después no sólo continuamos siéndolo sino que la chavorrevolución nos ha hecho más rentistas que nunca. ¡Qué golilla es ser un país petrolero! Ayer lo decía Chacumbele.
Los venezolanos no sabemos, decía, cuánto gasta el gobierno para que paguemos la gasolina, la electricidad o el agua a su precio actual. ¡Claro que lo sabemos! El único que parecía no haberse dado cuenta de que su "revolución" se apoya en una bola de subsidios a todo, desde alimentos hasta gasolina, es él.
La diferencia entre lo que cuesta producir cualquier bien, ya sea gasolina, electricidad o arroz, la pone el gobierno. Por eso es que aquí ni precios ni salarios guardan relación alguna con la economía real. Todo es ficticio.
Pero el dinero, incluso el del petróleo, no es infinito y menos aún en manos tan dispendiosas como las de Chacumbele. Por eso siempre le llega la hora de hacer ajustes en los precios, por ejemplo de los alimentos, después de congelarlos a punta de subsidios durante años, hasta que ni así aguanten más los precios. Hace rato viene dándole vueltas a lo de la gasolina.
Pdvsa gasta casi 10 mil millones de dólares anuales para regalar la gasolina. Sabe que eso ya es inaguantable pero no se atreve a dar el paso de ajustar su precio. Tiembla ante esa perspectiva, sobre la cual ha hecho ya dos amagos, para luego recular espantado. La reelección tiene un precio. Y él está dispuesto a pagarlo, así el país se hunda.
El dinero que podría ayudar a hacer una Venezuela productiva se despilfarra en subsidios tan absurdos como el de la gasolina o el de la electricidad. A Chacu no le importa. Su ideología es que "después se verá" y si en 2012 queda fuera de circulación, mala leche, el que venga atrás que arrée.
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