Foto: WILLIAM FERNANDO MARTINEZ / AP
ANTONIO MARIA DELGADO/ADELGADO@ELNUEVOHERALD.COM
Los prospectos de reelección del presidente venezolano Hugo Chávez están en riesgo ante la pérdida de popularidad acumulada en los últimos años, pero la oposición deambula por un camino plagado de peligros y es mucho lo que debe hacer para derrotarlo en los comicios presidenciales del 2012.
Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, en Caracas, dijo que Chávez no ha logrado recuperar los niveles de popularidad que mantenía en la cúspide de su mandato hace cinco años, cuando se ubicaba por encima del 70 por ciento.
La aceptación de Chávez ahora está cerca del 48 por ciento, nivel que sigue siendo alto para un mandatario que lleva más de 12 años en el poder sin resolver los principales problemas del país, como el desempleo, la inflación, el déficit habitacional y el auge delictivo, dijo León en una entrevista telefónica.
Pero es un nivel que se ha mantenido estancado por más de un año, comentó León, cuya firma es una de las encuestadoras más antiguas y respetadas de Venezuela.
“Eso no quiere decir que Chávez está destruido”, advirtió, al añadir que Chávez cuenta con una gigantesca cantidad de recursos económicos a su disposición y que mantiene “conectores emocionales” importantes con el electorado.
El arma más importante de Chávez es la debilidad de la posición, cuya atomización es uno de los factores detrás de su largo mandato.
La oposición venezolana ha realizado esfuerzos para presentar un frente común a través de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Pero la coalición, conformada por más de dos decenas de partidos políticos de diversos tamaños y en ocasiones de ideologías opuestas, dista mucho de ser un partido único.
Según León, la oposición debe presentar en las elecciones presidenciales del 2012 a un “candidato unitario” y no tan sólo a un candidato único.
Es decir, un candidato que logre motivar a los miembros de los disgregados y regionales partidos de la oposición para que se sumen dentro de una sola red nacional, que esté en condiciones de competir con el bien organizado y financiado aparato chavista.
“Tiene que haber un elemento emocional muy fuerte que interconecte este país. Esto es un reto gigante”, comentó León. “Pero sin un candidato unitario la oposición no tiene ninguna posibilidad de éxito”.
Destacó que el candidato unitario también tiene que enamorar a las masas, acción que requiere de una cuidadosa elección del mensaje a ser dirigido al electorado. Y ese mensaje no puede ser simplemente el deseo de restaurar al país que existía antes de Chávez.
Una estrategia de restauración del pasado fracasaría porque en el país aún persiste el descontento que creó las condiciones para que Chávez llegara al poder, indicó.
“Este descontento está entre las masas y los independientes son independientes porque no les gusta Chávez pero tampoco les gusta la oposición, pensando en ella como representantes del pasado”, explicó.
No obstante, la oposición no puede salir simplemente con una plataforma antichavista, promulgando que no importa la identidad del candidato siempre y cuando no sea la del líder bolivariano.
Esto se debe a que está plataforma no es suficiente para terminar de seducir a los independientes, denominados en Venezuela como los “Ni Ni”, quienes no odian a Chávez lo suficiente como para salir a votar contra cualquier otra persona.
“El voto de castigo es significante y la oposición tiene que aprovecharlo, pero no es suficiente para ganar”, comentó.
Asimismo, el candidato unitario debe evitar caer en el juego de Chávez, quien probablemente tratará de plantear la elección como un enfrentamiento entre pobres y ricos.
“Lo que queda es la oferta de renovación, de cambio, de una propuesta que le quita a Chávez el monopolio de las masas, pero con una propuesta moderna”, comentó León.
“En Chávez el enfoque son las masas, y lo mismo tiene que ser el de la oposición, pero no con una propuesta de redistribución de riqueza convencional, sino una propuesta de modernización para aumentar el bienestar de las masas, de la incorporación de la modernidad de las masas”.
Cort. El Nuevo Herald
Los prospectos de reelección del presidente venezolano Hugo Chávez están en riesgo ante la pérdida de popularidad acumulada en los últimos años, pero la oposición deambula por un camino plagado de peligros y es mucho lo que debe hacer para derrotarlo en los comicios presidenciales del 2012.
Luis Vicente León, director de la encuestadora Datanálisis, en Caracas, dijo que Chávez no ha logrado recuperar los niveles de popularidad que mantenía en la cúspide de su mandato hace cinco años, cuando se ubicaba por encima del 70 por ciento.
La aceptación de Chávez ahora está cerca del 48 por ciento, nivel que sigue siendo alto para un mandatario que lleva más de 12 años en el poder sin resolver los principales problemas del país, como el desempleo, la inflación, el déficit habitacional y el auge delictivo, dijo León en una entrevista telefónica.
Pero es un nivel que se ha mantenido estancado por más de un año, comentó León, cuya firma es una de las encuestadoras más antiguas y respetadas de Venezuela.
“Eso no quiere decir que Chávez está destruido”, advirtió, al añadir que Chávez cuenta con una gigantesca cantidad de recursos económicos a su disposición y que mantiene “conectores emocionales” importantes con el electorado.
El arma más importante de Chávez es la debilidad de la posición, cuya atomización es uno de los factores detrás de su largo mandato.
La oposición venezolana ha realizado esfuerzos para presentar un frente común a través de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Pero la coalición, conformada por más de dos decenas de partidos políticos de diversos tamaños y en ocasiones de ideologías opuestas, dista mucho de ser un partido único.
Según León, la oposición debe presentar en las elecciones presidenciales del 2012 a un “candidato unitario” y no tan sólo a un candidato único.
Es decir, un candidato que logre motivar a los miembros de los disgregados y regionales partidos de la oposición para que se sumen dentro de una sola red nacional, que esté en condiciones de competir con el bien organizado y financiado aparato chavista.
“Tiene que haber un elemento emocional muy fuerte que interconecte este país. Esto es un reto gigante”, comentó León. “Pero sin un candidato unitario la oposición no tiene ninguna posibilidad de éxito”.
Destacó que el candidato unitario también tiene que enamorar a las masas, acción que requiere de una cuidadosa elección del mensaje a ser dirigido al electorado. Y ese mensaje no puede ser simplemente el deseo de restaurar al país que existía antes de Chávez.
Una estrategia de restauración del pasado fracasaría porque en el país aún persiste el descontento que creó las condiciones para que Chávez llegara al poder, indicó.
“Este descontento está entre las masas y los independientes son independientes porque no les gusta Chávez pero tampoco les gusta la oposición, pensando en ella como representantes del pasado”, explicó.
No obstante, la oposición no puede salir simplemente con una plataforma antichavista, promulgando que no importa la identidad del candidato siempre y cuando no sea la del líder bolivariano.
Esto se debe a que está plataforma no es suficiente para terminar de seducir a los independientes, denominados en Venezuela como los “Ni Ni”, quienes no odian a Chávez lo suficiente como para salir a votar contra cualquier otra persona.
“El voto de castigo es significante y la oposición tiene que aprovecharlo, pero no es suficiente para ganar”, comentó.
Asimismo, el candidato unitario debe evitar caer en el juego de Chávez, quien probablemente tratará de plantear la elección como un enfrentamiento entre pobres y ricos.
“Lo que queda es la oferta de renovación, de cambio, de una propuesta que le quita a Chávez el monopolio de las masas, pero con una propuesta moderna”, comentó León.
“En Chávez el enfoque son las masas, y lo mismo tiene que ser el de la oposición, pero no con una propuesta de redistribución de riqueza convencional, sino una propuesta de modernización para aumentar el bienestar de las masas, de la incorporación de la modernidad de las masas”.
Cort. El Nuevo Herald
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