Por: Teodoro Petkoff/TalCualDigital
No sólo en materia económica, pero especialmente en esta, el gobierno de Hugo Chávez tiene un aire de lo que llaman dejà vu, que del francés al castellano se traduce algo así como "ya visto". Hasta ahora, Giordani y su equipo no han hecho otra cosa que repetir las fórmulas que durante casi todos los cuarenta años anteriores fueron ensayadas para hacer frente a las dificultades económicas, particularmente a la inflación.
Todo lo que hacen es copiar lo que ya hemos visto fracasar durante largos años. Dejà vu.
Ahora han reiventando la Conacopresa, aquel mamotreto que se creó durante el gobierno de Jaime Lusinchi, exactamente con la misma intención que preside la reciente Ley de Costos y Precios Justos: controlar desde la burocracia estatal, para fijarlos por decisión administrativa, los costos de producción de bienes y servicios, para de allí derivar lo que llaman "precios justos", fijando por ley los margenes de ganancia del productor. Esta experiencia neolusinchista fracasará como su antecesora, porque es imposible desde la burocracia central (y menos aún desde una tan ineficiente y corrupta como la nuestra), asumir la tarea ciclópea de averiguar los costos de producción y fijar los precios.
Ya la regulación de precios que hasta ahora se ha aplicado revela su fracaso e inutilidad con los ajustes que cada cierto tiempo, y con mucho retraso, el gobierno se ve obligado a hacer en los precios de los productos que tiene regulados. Ahora todo será peor, como se comprobará apenas comiencen a aplicarla. Más inflación y más escasez.
La concepción de la Conacopresa chavista tiene la misma raíz que la de su predecesora lusinchista: la de que no existe inflación sino especulación, de modo que la lucha contra el veloz incremento en el costo de la vida se concibe más bien como un asunto prácticamente policial, de controlar los costos de producción y los precios, con severas penas a quien se salga del carril. Que existe especulación en algunos casos es muy probable, pero la especulación cabalga sobre la inflación. La especulación es hija de la inflación, no madre de ella. Si no hay inflación, la especulación prácticamente desaparece.
El problema es abatir la inflación y esto no se logra por la vía de las Conacopresas. Ni la de antes ni la novísima de sello chavista-giordaniano. Pero el gobierno no sabe como enfrentar el problema inflacionario porque se niega a admitir que tiene su origen en su irresponsable política fiscal, en la camisa de fuerza del control de cambios y en la destrucción del aparato productivo, tanto privado como público, porque con ambos está acabando. Apela entonces a las viejas y desgastadas fórmulas de su denostada "Cuarta República".
Pero como este gobierno tiene un talante autoritario y autocrático, que no era propio de los anteriores, van a tratar de echarle pichón a la cosa. El resultado será menos producción nacional, quiebras, y más inflación. Pero, ¿qué les importa eso a sus genios económicos? Hay dólares suficientes para importar todo de afuera, favorecer a los productores de otros países, arruinando a los de aquí y vender todo a precios subsidiados. Y todo eso sin contar, por ahora, con el jefe, para que venga a dorar la píldora con sus cobas de siempre.
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