Varios países europeos confrontan graves problemas de deuda y varios grandes bancos están en situación precaria. Para empeorar todo, la economía real en el mundo desarrollado muestra signos de debilitamiento, que puede conducir a un periodo largo de estancamiento recesivo
SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Estamos tan ensimismados en nuestra propia crisis que la inmensa mayoría del país no ha percibido la tormenta económica perfecta que se está conformando en los cielos financieros y económicos del Primer Mundo.
Si no se actúa rápida y decisivamente por parte de los líderes políticos del mundo desarrollado lo que se le puede venir encima al mundo entero es un tsunami económico de proporciones cataclísmicas.
Lo que comenzó como una crisis financiera en Estados Unidos, debida a la irresponsable política de desregulación adelantada desde Reagan, ya se ha propagado tanto a Europa como a la economía real de ambos lados del Atlántico.
Varios países europeos confrontan graves problemas de deuda y varios grandes bancos están en situación precaria. Para empeorar todo, la economía real en el mundo desarrollado muestra signos de debilitamiento, que puede conducir a un periodo largo de estancamiento recesivo.
Como es lógico, en estas situaciones la incertidumbre y los temores crean perspectivas psicológicas muy negativas (no hay que olvidar que la economía debe mucho a la psicología), y el FMI advierte en su reciente informe que “los acontecimientos pueden salirse rápidamente del control de los responsables políticos”.
El punto es que los responsables políticos no parecen calibrar cabalmente la profundidad de la amenaza y los ajustes necesarios no se están llevando a cabo con la velocidad que la situación demanda.
Las políticas de ajuste que se pasaron años recomendando para el Tercer Mundo (algunas de las cuales, bien aplicadas, produjeron excelentes resultados) pareciera que no las consideran necesarias para las economías desarrolladas, mientras van cayendo todos los indicadores económicos claves. Miremos a los lados, que la cosa se está poniendo fea y ya aprendimos que no estamos “blindados”.
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