Esta semana el Gobierno anunció con gran parafernalia la puesta en marcha de cuatro nuevos trenes de siete vagones cada uno, en la Línea 1 del Metro de Caracas, de los 48 trenes que compraron al consorcio español CAF. Cada uno de los trenes nuevos tiene una capacidad de 153 pasajeros adicionales a los que contaban los viejos trenes, debido principalmente a la disposición y reducción del número de asientos.
El Gobierno informó que este proyecto de remodelación del Metro de Caracas supone una inversión de $1,8 millardos y la puesta en operación de dos trenes más por mes, para alcanzar el total previsto de 48 trenes para principios de 2013.
Con este proyecto de renovación, el Gobierno intenta poner fin al creciente malestar que venía generando en los usuarios, el grave deterioro al que se llevó en estos 12 años al Metro de Caracas, por "el descuido" (como ha reconocido el presidente actual de CAMetro, Haiman El Troudi), la mala administración, la falta de mantenimiento y la desinversión.
Entre las loas que el vicepresidente Elías Jaua y El Troudi, adjudican a la nueva adquisición, incluyen cámaras de seguridad, aire acondicionado, puertas más anchas, y 90 asientos por tren para personas con discapacidad, adultos mayores y mujeres embarazadas.
Sin embargo, al parecer este proyecto no va sobre ruedas como lo quiere hacer ver el Gobierno, pues según la ONG Familia Metro, las nuevas unidades adolecen de varios problemas, entre ellos, destacan las deficiencias en el sistema de frenado, por lo que podrían significar para la seguridad de los pasajeros y conductores. Según, Alberto Vivas, presidente de la ONG, los trenes anteriores tenían tres tipos de frenado (neumático, eléctrico y de seguridad) mientras que los nuevos sólo cuentan con uno, el neumático.
Vivas también advierte, sobre los problemas de compatibilidad de transferencia tecnológica de los nuevos trenes con los viejos, que hace que los nuevos estén operando sin el sistema de piloto automático; es decir, están siendo conducidos 100% manualmente, bajo criterio y riesgo exclusivo del operador.
Otros descarrilamientos serían los menores tiempos de garantía, siete años para los nuevos vs. los 15 años que tenían los que se prevé saldrán totalmente de circulación.
La guinda de esa torta la pone la inexplicable diferencia en los precios de los trenes que denuncia Vivas: Cuando se vendieron en España por el consorcio CAF costaron $180 millones cada tren, al llegar a Venezuela el precio saltó a $350 millones.
¿La Contraloría buscará explicación a esto?
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