lunes, 14 de noviembre de 2011

Venezuela pitiyanqui

Por: Fernando Rodríguez/TalCualDigital
Creemos, al menos como hipótesis consistente, que los venezolanos están entre los mayores pitiyanquis del continente y quién sabe si del planeta. Lo cual choca frontalmente contra los aullidos incansables y las feroces maldiciones contra el Imperio, el imperio son los yanquis para estar claro, de Esteban. Lo que pasa es que la gente no asocia esos arrebatos verbales con los tangibles productos del enemigo, cada vez más amados como envidiados. Curioso caso de disociación.


Buena parte de los países de la región han sufrido en carne propia los rigores invasivos del Imperio, los marines pues, y eso ha hecho que guarden secretos rencores, que ni el tiempo ni la suculenta oferta consumista han terminado por hacer desaparecer totalmente. Otros países, pienso en el Sur, han mantenido un aire europeo proveniente de aquellos tiempos en que Europa era el refinamiento (el paté de foie) y los americanos la vulgaridad industrializada (el diablito underwood) y eso le sigue dando una distancia, cada vez insignificante, con el liderazgo gringo; pero no por azar Buenos Aires es el París suramericano. Cuba, por ejemplo, es un caso raro: han recibido muchas coces directas de los gringos, desde la voladura del Maine hasta Bahía de Cochinos o el Bloqueo, pero no hay joven cubiche que no sueñe pasearse por Miami Beach acariciando su noviecita y tomándose una verdadera coca-cola; los heroicos balseros son las mejores pruebas de esos sueños húmedos.

México está muy lejos de Dios y se pelea con una frontera amurallada. Cada cual es un caso.

Bueno, lo cierto es que nosotros no hemos tenido rollos feos y visibles, apartemos las alienaciones y los secretos de la CIA, con esos musiúes y más bien han sido nuestros mejores clientes desde que explotó el Zumaque hasta el presente. Esos nos permite disfrutar de sus bondades sin demasiadas culpas y resentimientos.

Y mira que lo hacemos, con ganas. Con el poco excedente que le queda a la gran mayoría de los venezolanos comemos hamburguesas gringas, pollos gringos, sánduches gringos, refrescos gringos, donas gringas y pare de contar. Tenemos un excelente average de obesidad. Jugamos beisbol gringo y consideramos las grandes ligas como cosa nuestra y a los jugadores venezolanos que alcanzan ese Olimpo como cardenales de la iglesia. Vemos más de 95% de cine gringo y amamos sus astros y sus carros explotando. Algunos creen que la vida de Mikel Jackson fue la segunda estadía del Mesías entre nosotros y el rock es más popular que el joropo. Miami es más nuestro que el Estado Guárico y ya hemos construido allí Westonzuela. Y para los refinados, New York bien vale un París. El Internet que es el nuevo amanecer universal habla en inglés. Asómese a un mall y trate de encontrar una tienda que se llame Zapatería María Antonia y cuente cuántos negocios tienen nombre en inglés. Despreciamos por cursi el liquiliqui y adoramos el bluyín. ¿Se ha dado cuenta que el Halloween, tan criollo, ya se ha expandido muchísimo más allá del sifrinaje del Este o que ya San Nicolás y los pinos se llevaron en los cachos al pueblerino y artesanal Nacimiento? Bueno usted sabe todo esto y mucho más, así sea chavista. Estos últimos, háganse los locos cuando el Comandante la coja con el Imperio, es una manía porque allí lo tratan como si no existiese.

Y los cultivadores de la identidad: venezolanos descendientes de héroes, de indios bravos, de mala sangre española, picaros o generosos, conservadores o revolucionarios no dejen afuera este ítem que algo explicará sobre ese saco de gatos.

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