Por: VenEconomía
Es harto conocido que Hugo Chávez ha atornillado su poder hegemónico en el petróleo venezolano. Lamentablemente, lo ha hecho en base a una larga época de elevados precios, y no como producto del incremento en la capacidad de producción de PDVSA, a raíz de la inversión y el mantenimiento.
Sin embargo, la realidad de la situación petrolera mundial indica que es muy difícil esperar que los precios del crudo sigan en ascenso en el corto y mediano plazo. La expectativa más promisoria es que los mismos se mantengan en los niveles actuales (un barril OPEP por los $105-115 y el del West Texas International –WTI– entre $95 y $105).
Esto se infiere, entre otros indicios, porque los precios del crudo no se han movido significativamente, ni por el anuncio reciente de la Unión Europea de radicalizar las sanciones contra Irán, si este no desiste de su programa para construir armas nucleares; ni por la amenaza de Mahmoud Ahmadinejad de cerrar el Estrecho de Ormuz si se concreta el embargo internacional contra de Irán.
Esta reacción de estabilidad de los precios, está soportada por la convicción de una oferta petrolera mundial suficientemente amplia y flexible para suplir las deficiencias temporales del mercado. Es más, se prevé un crecimiento importante de la oferta en el mediano plazo por la rápida expansión de la producción de petróleo y gas natural en los yacimientos de esquisto. Estos ya han provocado un colapso del precio del gas natural, de más de $6 por 1.000.000 de BTU a menos de $2,35 por 1.000.000 de BTU en escasamente seis años; con lo cual el proyecto Gran Mariscal de Ayacucho para la producción de gas costa afuera ya deja de ser rentable.
También, se percibe que la demanda está aumentando a un ritmo cada vez menor, gracias a la reducción de la “intensidad energética” que ha significado una reducción constante de la relación entre el consumo de energía y la producción económica, desde 1975 hasta el presente.
Esto echa por tierra las expectativas del Gobierno de Venezuela de una escalada de precios del petróleo en el corto y mediano plazo, que como ya se dijo, permanecerán estables en los niveles actuales, en el mejor de los casos.
Lamentablemente para los venezolanos, el Gobierno de Chávez ha aglutinado lo peor de tres mundos:
1) Irresponsabilidad y derroche, tras haber gastado a manos llenas e improductivamente los ingentes recursos del boom petrolero que ha acompañado a todo el inicio del siglo XXI.
2) Desinversión e ineficiencia en la gestión de las industrias del Estado, particularmente en la hoy derruida PDVSA.
3) Endeudamiento a granel y confiscación del futuro de los venezolanos, por una gigantesca e inmanejable deuda interna y externa que tardará décadas en saldarse.
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