martes, 27 de marzo de 2012

UCV: ¿Hasta cuándo?

¿Por qué el Estado no investiga y castiga a los culpables de los hechos violentos en la UCV en lugar de abandonar a su suerte la institución? Es hora de hacer resistencia pacífica. Ojo, resistencia pacífica no es correrle al malandro ni arriesgarse inútilmente. Es ser capaz de no temerle ni huirle a los tiros pero sin armarse

GISELA KOZAK ROVERO/TalCualDigital
L a UCV es un sitio peligroso en el que malandros con o sin carné de estudiante hacen lo que quieren. Esa escoria pone en peligro la vida de los miembros de la comunidad sin distingo político o social de ningún tipo.

Los he visto ­encapuchados y miserables­ tratando de abrir las puertas del auditorio de mi facultad y lanzando bombas lacrimógenas. Humillados y asfixiados salimos a los pasillos en los que los vigilantes brillan por su ausencia, sea por temor, por la hora o por lo que sea.

En la madrugada del miércoles le tocó a la Facultad de Derecho su dosis: quemado el decanato y las clases suspendidas. En la tarde de ese mismo día, hubo tiros al aire en la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales mientras cientos de personas se encontraban en sus clases.

Decenas de eventos de la misma índole han golpeado a la UCV. Estamos de rodillas. Duele verse, como me he visto, en pequeños grupos que manifiestan, o en asambleas que sirven de catarsis colectiva. Culpar a las autoridades decanales o rectorales es injusto: las bases no manifiestan por la institución y los sindicatos de empleados y obreros solo presionan para obtener reivindicaciones laborales.

Hasta se dan el lujo de ir a la huelga y a los paros que los docentes no nos atrevemos a asumir. El sueldito es miserable, pero es mejor tenerlo, piensan algunos; otros dicen que no se debe regalar la UCV al gobierno (síndrome PDVSA); los más, tratan de sobrevivir con otros trabajos... Y más del 50% están jubilados, activos o no, y se han llevado sus partidas.

Inermes, el estudiantado y el profesorado intentamos parodiar la normalidad y hacer como si no pasara nada. La violencia acontece sin que las autoridades competentes del gobierno nacional tomen ninguna medida. Los oficialistas de la UCV afirman, en unos cuantos casos de buena fe, que nadie sabe con certeza si los violentos son progobierno u oposición.

Muy bien: ¿por qué el Estado no investiga y castiga a los culpables en lugar de abandonar a su suerte la institución? Es hora de hacer resistencia pacífica. Ojo, resistencia pacífica no es correrle al malandro ni arriesgarse inútilmente. Es ser capaz de no temerle ni huirle a los tiros pero sin armarse. Otra opción: deberíamos dejar entrar al DIBISE a ver qué hace el malandraje violento que nos asola y qué actitud asume el gobierno.

¿Seremos capaces? No me atrevo a responder, lo que sé es que la UCV depende de las elecciones del 7 de octubre. Recordemos cómo la Universidad Autónoma de México, considerada la mejor de América Latina en estos momentos, padeció la acción de grupos de extremistas que apostaron por su destrucción y fue capaz de superarlo. Se puede, pero solo si la sociedad quiere.

Y sobre todo: que sea la última vez que la UCV depende de una elección para seguir adelante. Demasiado caro ha pagado la UCV el ser nodriza de generaciones de ultraizquierdistas que ahora están en el gobierno. En el futuro, la autonomía no será sinónimo de alcahuetería.

@giselakozak

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