Cuando Chacu ordenó el retiro de la CIDH, para quedarnos a la intemperie en materia de Derechos Humanos, la Defensora debía haberse retirado del acto donde se anunciaba que el Estado le daría la espalda a los mecanismos de control del abuso gubernamental contra derechos fundamentales. Pero Gabriela defiende su puesto
El pasado lunes, mientras Chacumbele anunciaba la LOT y el retiro de Venezuela de la CIDH, entre otras perlas, en La Planta se estaban matando presos y guardias nacionales. Desde temprano se repetía el escenario violento que vivió el lugar durante el fin de semana. Pero allí, frente al jefe rojo, estaban la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz, y la Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, más pendientes de defender la revolución que de ocuparse de la gran crisis carcelaria que se evidenciaba en la balacera. Tampoco dijeron nada de los GN atacando el carro y al equipo de Globovisión.
Nada, cobraron el lunes por aplaudir y sonreír en Miraflores. Bien dijo Rocío San Miguel que cuando Chacu ordenó el retiro de la CIDH, para quedarnos a la intemperie en materia de Derechos Humanos, la Defensora debía haberse retirado del acto donde se anunciaba que el Estado le daría la espalda a los mecanismos de control del abuso gubernamental contra derechos fundamentales. Pero Gabriela defiende su puesto.
Por cierto, dejaron entendiendo a la gente en el TTC, carne de cañón mediática para aplaudirle a una pantalla y con María Cristina Iglesias a quien nunca le regresaron el pase y cortaron la cadena antes de ver al líder despedirse, terminar de llorar y hasta caminar. El que tenga ojos que vea.
TalCualDigital
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