Por: Teodoro Petkoff/TalCual
Algunos dirigentes del PSUV, encabezados por el propio Chacumbele y de los cuales José Vicente Rangel es uno de los voceros más constantes y truculentos, están adelantando una campaña extremadamente sospechosa. De acuerdo con esa gente la oposición tendría un supuesto Plan B (así lo denomina Rangel) dirigido a cantar fraude ante un resultado electoral que según ellos sería desfavorable a los adversarios del gobierno.
En otras palabras, de acuerdo a Rangel y compañía, Chávez ganaría por un margen abrumador, pese a lo cual, Capriles y sus compañeros desconocerían ese resultado, denunciando un fraude y tratando de crear una crisis.
La argumentación es tan falaz que evidencia más bien la inseguridad e incertidumbre que corroe las entrañas del régimen acerca de las posibilidades de triunfo. Rangel, como es su costumbre, cita en apoyo de su tesis "informaciones de buena fuente, comentarios en determinados círculos opositores y por lo que trasciende acerca de planes que están elaborando en previsión de una derrota". Como se ve, pura paja, nada preciso, puras vaguedades de su propia cosecha, que vaya usted a saber porqué sus lectores deberían tomar por ciertas. Pero así ha operado toda su vida este señor. Le conocemos bien sus mañas.
De fraude sólo habla la gente del gobierno y de su entorno.
La oposición democrática (que es prácticamente LA oposición) está dedicada a la campaña y el éxito de sus movilizaciones, los formidables mitines que ha realizado Capriles, no han hecho otra cosa que reforzar entre sus partidarios la confianza y la certidumbre de una victoria, pero, por el contrario, han provocado desconcierto y sorpresa en el mundo chavista, donde la tendencia a creer los embustes de sus jefes es proverbial. No imaginaban tamaño rechazo al régimen y tamaño apoyo a sus adversarios.
La campaña rangeliana, obviamente, persigue un objetivo nada difícil de discernir: antes de que el CNE se pronuncie, comenzar a divulgar rumores sobre la "aplastante victoria de Chávez", de tal modo que la previsible reacción en contrario de los opositores, negando tal especie, abriría, según estos profetas del caos, un periodo de crisis, que "entre el pueblo y la FAN" sería rápidamente controlado.
Esta campaña miserable debe ser denunciada con mucha fuerza porque podría crear una peligrosa matriz de opinión en el sentido de que ya Capriles está derrotado y que sólo le quedaría el recurso de cantar fraude, de modo que cualquier excusa pueda ser buena para un arrebatón electoral por parte del oficialismo perdedor. La realidad de las últimas cuatro elecciones celebradas en el país (2007, 2008, 2009 y 2010) muestra dos bloques casi parejos; dos de ellas las ganó el chavismo y dos la oposición, todas con márgenes muy estrechos entre vencedores y perdedores. Literalmente 50-50. Ninguna razón explicaría un derrumbe de la oposición y un salto del gobierno en un periodo durante el cual la oposición ha logrado blindar su unidad y mejorar sustancialmente su activismo. Vive sus mejores momentos. En tanto que el gobierno, por razones obvias, pasa por sus peores momentos de estos trece años. En el campo opositor reinan la confianza y el optimismo; en el oficialista la inseguridad y la duda. Al menos eso es lo que trasuda el señor Rangel.
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