Estamos en tiempo de elecciones y el comandante-presidente-candidato quiere mantener cautiva la audiencia, no permite que nadie más le hable. Y hay generales, como Rangel Silva, actual ministro de la Defensa, que declaran paladinamente que no reconocerán resultados adversos al candidato continuista
POMPEYO MÁRQUEZ/TalCualDigital
José Agustín Catalá, la Memoria de la Resistencia, editó en 1976 un libro titulado Militares y política. Una polémica inconclusa. El libro contiene reflexiones de gran vigencia sobre la Fuerza Armada. En la polémica intervinieron José Vicente Rangel, Luis Esteban Rey, Germán Lairet y Pompeyo Márquez.
La conclusión podemos resumirla, en estos momentos, en que los militares no eran eunucos políticos y que tenían que integrarse a la construcción de un país democrático, elevar su cultura, comprender los que sucedía en el mundo. Era la idea clave del pluralismo.
En el IAEDEN, en las Escuelas del Ejército y de la Armada, para citar dos que me fueron muy cercanas, se oían todas las opiniones. En la Armada había un ciclo de conferencias sobre socialdemocracia, socialcristianismo y socialismo. Por allí desfilaban dirigentes de los partidos.
Era formar oficiales con una visión del mundo desde el punto de vista de su diversidad, del pluralismo. Ahora es todo lo contrario. Es "el pensamiento único", donde la obra del comandante-presidente es fundamental. Ahora la declaran chavista y cuando uno oye a generales expresar tal definición se pregunta qué tiene eso que ver con la Constitución Nacional, en especial con su artículo 328, donde se define el carácter y las funciones de la Fuerza Armada: una Institución esencialmente profesional, sin militancia política, al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso de persona o parcialidad política alguna.
Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. El autócrata, quien según propia confesión, desde que entró de cadete comenzó a conspirar, no entiende de disciplina y subordinación. Y en su desgobierno lo que ha hecho es crear una guardia pretoriana a través de una legislación que debe ser derogada en su totalidad para restablecer el espíritu y la letra del legislador de 1999.
A lo anterior se agrega que estamos en tiempo de elecciones y el comandante-presidente-candidato quiere mantener cautiva esa audiencia, no permite que nadie más le hable. Y hay generales, citemos uno, Rangel Silva, actual ministro de la Defensa, que declaran paladinamente que no reconocerán resultados adversos al candidato continuista. Y es ese mismo personaje quien va a dirigir el Plan República, rémora que la democracia tuvo que pagar para tener "contentos" a los militares.
De paso declaramos que llegará el día cuando este acto eminentemente cívico no tenga la muletilla militar. El comandante-presidentecandidato tiene una mentalidad autocrática, militarista con tendencias totalitarias. Y quiere perpetuarse en el poder, para ello reforma la Constitución de acuerdo a sus intereses, y en este caso concreto de la reelección borra el carácter alternativo expresado tajantemente en el art. 6.
Y lo hizo después de haber sido derrotado en su intento de reforma. Al margen de la Carta Magna impuso otro referéndum donde borró lo alternativo para continuar en el poder. Retrocedimos al siglo XIX y la primera mitad del XX.
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