JOSEPH POLISZUK | ENVIADO ESPECIAL / EL UNIVERSAL
San Cristóbal.- El caso de Jesús Ramírez confirma lo que ya es un secreto a voces entre los médicos de San Cristóbal: varios de los manifestantes heridos en las protestas del estado Táchira han preferido ser atendidos en sus casas, antes de terminar detenidos o procesados por la justicia.
En medio de un enfrentamiento entre los vecinos de la urbanización Las Acacias de San Cristóbal y la Guardia Nacional Bolivariana, Jesús Ramírez fue herido en la pierna izquierda la mañana del 24 de febrero y en lugar de ir a un centro de salud, prefirió que lo atendieran en la misma zona.
"Me llevaron a que un médico vecino, que es el que ha estado atendiéndome la pierna", cuenta. "El doctor me dijo que cuando uno va a un hospital lo procesan y entonces me atendió en su casa".
Ramírez, menor de edad de 17 años, acompañaba a otros vecinos en una de las barricadas de la urbanización Las Acacias cuando la Guardia Nacional los dispersó con bombas lacrimógenas, perdigones y hasta otro tipo de balas. La de él fue un proyectil de 9 milímetros que en su casa agradecen que no llegó a perforar huesos ni afectar la arteria femoral. "¡Fue una bala!", reclama su papá ya desde la tranquilidad de su hogar. "No solo hubo perdigones, lo que echaron fue tiros".
En las clínicas y hospitales de San Cristóbal confirman que desde que comenzaron las protestas, la Fiscalía General de la República les envío un oficio que exige notificar sobre todos los heridos y lesionados que lleguen pidiendo auxilio después de los disturbios y manifestaciones políticas que comenzaron precisamente en el estado Táchira desde el pasado 4 de febrero.
Aunque algunos médicos recuerdan que es normal notificar a las autoridades sobre cualquier herido de bala, les llama la atención que muchos de los manifestantes desconfíen tanto del sistema, que optaron por ser atendidos fuera de los centros de salud antes de ir a rendir declaraciones ante el Ministerio Público.
Hasta el viernes de la semana pasada, la Fiscalía General de la República daba cuenta de 261 heridos en todas las protestas del país. En Táchira, sin embargo, hay otros casos que no han entrado en esas estadísticas precisamente para evitar al Ministerio Público.
A pesar de que aun tiene una de las esquirlas de un perdigón en el ojo, Carlos Sánchez también ha optado por los servicios de un oftalmólogo que -como él- vive en la urbanización La Machirí. La Guardia Nacional Bolivariana llegó a su calle cerca de las 6:00 de la tarde del 25 de febrero y tras huir de los golpes que repartieron con una suerte de manoplas, un oficial le disparó un perdigón que impactó con su ojo izquierdo.
"Llegaron con bandanas verdes mientras una mujer uniformada y con acento cubano grababa todo", asegura. "Entonces un guardia me dio un golpe con un guante y después de haber cerrado el portón, me disparó unos perdigones que terminaron traspasando por los huecos de la reja".
En esa y otras urbanizaciones de San Cristóbal saltan casos de heridos que han preferido dejar las cosas al margen de la justicia. No en vano los estudiantes que comenzaron la protesta en la avenida Carabobo tienen una suerte de ambulatorio improvisado a unos metros de su campamento.
Además de una camilla y varios insumos médicos, Omar Martínez dice que cuentan con el apoyo de los estudiantes de medicina que se sumaron a su causa, así como con la gente que se les ha acercado para donar medicinas.
jpoliszuk@eluniversal.com
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