Por; VenEconomía
El sábado 9 de agosto, el jefe del Comando estratégico Operacional de la Fuerza Armada Nacional, Vladimir Padrino López, lanzó un bombazo informativo que afecta la frontera más caliente de Venezuela, al informar que a partir del lunes 11 de agosto el Ejecutivo Nacional cerraría “parcialmente” desde las 10 p.m. a las 5 a.m. los 2.200 Kms de frontera que limitan con Colombia.
Posteriormente, el martes 12, salió publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria Nº 6139, una nueva resolución de los ministerios del Interior y de la Defensa estableciendo más restricciones en la frontera con Colombia, al limitar también el tránsito por vía aérea y acuática; y ampliando el horario de afectación de 8 p.m. a 5 a.m. a todo vehículo de carga de mercancías de cualquier rubro.
El supuesto objetivo de la medida es combatir el contrabando de extracción de gasolina, alimentos y otros productos básicos.
¡Craso error! Esta medida denota un mal diagnóstico del problema del escape ilegal de estos productos, afectando innecesariamente a pobladores de ambos lados de la frontera, al comercio binacional, a la economía de la región, a transportistas que transitan con mercancía por la trasandina desde Ecuador y otros países del sur y a todo ciudadano que requiera transitar por cualquier vía entre Venezuela y Colombia, y viceversa.
Primero, como es harto conocido por todos los que hacen vida en la frontera, en el problema del contrabando de extracción juega un rol protagónico la misma fuerza militar a la que se le tiene encomendado combatir el delito. Así, como la corrupción ha penetrado a un ingente número de efectivos de esas fuerzas, al asumir estos la tarea de custodios podrían terminar actuando como los lobos que se ponen a cuidar carne.
De allí que la primera interrogante que se plantea el analista es ¿cuál será la efectividad de la medida de cierre fronterizo?
Segundo, el origen del añejo problema del contrabando de gasolina viene de una política que se ha empeñado en mantener el precio del combustible muy por debajo de su costo de producción y muy por debajo de los estándares internacionales. ¿Cómo esperar que esta medida de cierre le ponga coto por sí sola al contrabando de la gasolina, si el gobierno sigue remolón en sincerar su precio, y el diferencial cambiario hace de este un pingüe negocio? Para ilustrar: En Venezuela el precio de la gasolina es apenas $0,40 por litro (o $1,50 por galón), mientras que en Colombia se paga a $1,22 por litro (o $4,64 por galón). Esto calculándolo al tipo de cambio oficial de Bs.6,30:$. Si se calcula con base en el SICAD II, mejoran las ganancias de los contrabandistas, pues el precio de Bs.2,50/litro equivale apenas a $0,05/litro, o $0,19/galón.
Y si del contrabando de alimentos y medicinas se trata, el diferencial cambiario también juega en contra de los intereses de la nación y de los venezolanos que sufren su carestía, al convertir la extracción de estos bienes en un buen negocio con bajo riesgo para algunos inescrupulosos que muchas veces actúan bajo el amparo de mafias enchufadas.
Con este cierre fronterizo el gobierno de Nicolás Maduro vuelve a hacer el aguaje de que está atacando un problema que es generado por las distorsionantes políticas del Plan de la Patria socialista. Y lo cierto es que mientras los gobernantes sigan huyendo por la tangente sin poner todo el coraje para sincerar la economía de Venezuela, no agarrarán al toro del contrabando por los cachos.
Para añadir más leña a estos fuegos, otro punto negro en este cierre de la frontera con Colombia, es que se da un paso más para cercenar el derecho al libre tránsito de los ciudadanos, hoy constreñido por la grave problemática de las líneas aéreas, nacionales e internacionales.
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