La controversial periodista afirma que el presidente Nicolás Maduro y los militares más corruptos del país son rehenes mutuos. A la oposición le exige que promueva la protesta en las calles
EDGAR LÓPEZ ELOPEZ@EL-NACIONAL.COM
En su cuenta de Twitter se identifica, simplemente, como periodista egresada de LUZ y profesora jubilada de la misma universidad. Marta Colomina ofrece un detalle adicional sobre las consecuencias de su irreductible oposición al chavismo: “También soy una jubilada forzosa del periodismo audiovisual en el país”.
Asume la comunicación social como “un combate”. Desde su casa y para Radio Actualidad, de Miami, presenta “un resumen diario de la tragedia nacional”. Además, desde el pasado domingo 24 de agosto su mirada del país está en las páginas de opinión de El Nacional.
—¿Qué quiere decir cuando afirma que “a Maduro se le acabó el tiempo”?
—Lo que revelan todas las encuestas, hasta las financiadas por el gobierno. Hinterlaces registró en su último sondeo que al ‘gobierno se le acabó el tiempo, que la popularidad de Maduro bajó 18 puntos en pocos meses y que hay un clima generalizado de malestar. Y lo de generalizado nunca estuvo mejor dicho, porque Consultores 21, Delphos, Datanálisis, Hercon y otras registran que más de 50% de quienes se han considerado chavistas y más de 60% de las clases más pobres (C, D y E) culpan al gobierno y a Maduro de la escasez, la inflación y la inseguridad. El aumento de la gasolina parecería estar cancelado por la altísima desaprobación nacional (73%) y por el reclamo de que cese la regaladera de petróleo. Tan perdido anda Nicolás que, a más de una semana de haber solicitado la renuncia de su gabinete para proceder al congelado sacudón, no ha tomado decisión alguna; por su ineptitud y las irreconciliables pugnas internas en el PSUV.
—¿Usted cree que el presidente Maduro es un rehén de los militares?
—Maduro es un rehén de los militares más corruptos del país, y esos militares, a su vez, son rehenes del régimen de Maduro. En su libro Chavismo, narcotráfico y militares la ex jueza Mildred Camero elaboró una lista de capos criollos de la droga, integrada en su mayoría por militares, muchos de ellos en altos cargos del gobierno de Maduro y, previamente, en el de Chávez. El grupo de 13 nombres lo encabezan tres de los incluidos en la lista Clinton desde 2008: Hugo Carvajal, de reciente escándalo con su rescate oficial desde Aruba; Henry Rangel Silva, ex ministro de la Defensa y gobernador de Trujillo, y Ramón Rodriguez Chacín, ex ministro del Interior y gobernador del Guárico. “A diferencia de México, Colombia, Bolivia y Brasil, en Venezuela el negocio de la droga lo manejan miembros del estamento militar, funcionarios del alto gobierno y los cuerpos policiales”, afirma Camero. Recordemos la narración del ahora silencioso Makled y tendremos –a decir de Camero-- que “Venezuela es un narcorégimen”. En estos días las redes sociales han divulgado videos en los que militares activos venezolanos trasladan enormes cargamentos de combustible hacia Colombia, después del cierre de la frontera, supuestamente para evitar el contrabando. Hasta el asesor cubano Borrego habría reconocido en la reciente reunión entre Maduro y Raúl Castro, según versión de El Diario de las Américas, que “la situación económica de Venezuela es una verdadera catástrofe. La corrupción militar con el contrabando fronterizo, especialmente la gasolina, les ha producido más renta que el narcotráfico”. Así que Maduro está en el poder solo por el apoyo de los militares que dominan las armas y ejercen una brutal represión contra la protesta social y política. Y estos militares no podrían sobrevivir con sus prácticas delictivas en un régimen democrático de justicia. Por eso digo que Nicolás Maduro y militares delincuentes son rehenes mutuos.
—¿Por qué la dirigencia de la oposición no ha capitalizado el descontento generalizado por el deterioro de la calidad de vida?
—Porque aquella combatividad política nacida a la luz de las dictaduras que dieron líderes de la talla de Rómulo Betancourt fue sustituida por prácticas electoreras. Un amplio sector de la oposición no ha entendido la naturaleza terrorista y dictatorial del régimen, por mucho simulacro electoral que haya hecho. Aquí manda Cuba y eso no puede ser obviado. El liderazgo opositor debe reclamar a las puertas de Miraflores y Pdvsa los 55 millardos regalados a Cuba y Petrocaribe; debe entender que el chavismo hoy es una clara minoría y que el descontento es general. Esta semana Capriles decía que La Salida debió llegar cuando la crisis fuera más profunda, como es ahora. ¡Que convoque entonces la protesta y que la MUD se conecte también con los grupos sociales que no militan en partidos! Que entienda que el régimen jamás reconocerá los resultados de una elección parlamentaria o de una Constituyente con los actuales CNE y TSJ, militantes del régimen. Es la hora de la protesta social y política sin violencia. La oposición debe tener también una solidaridad activa y constante con los presos políticos, los torturados y los amenazados.
—¿Por qué disminuyó la protesta en las calles?
—Este gobierno siempre ha criminalizado a la disidencia y, a medida que se debilita, la represión y las torturas aumentan. Pero también hubo poca solidaridad de un sector de la oposición con los estudiantes y con los presos. Ahí están Leopoldo y los alcaldes—por no citar al mártir Simonovis—respecto de quienes no ha habido una protesta activa y constante de toda la oposición. La insistencia en un falso diálogo con un gobierno tiránico y antidemocrático enfrió también la solidaridad y los apoyos internacionales a la lucha democrática en el país.
—¿Usted cree que hay salidas institucionales?
—Nunca hay que renunciar a luchar por una salida constitucional, aunque resulte muy difícil con una FAN comprometida con el delito y la represión y con un gobierno que controla férreamente todos los poderes públicos y que trata de imponer el castrocomunismo hambreador en Venezuela. Creo que lo inteligente es combinar la protesta pacífica y activa en la calle, en la que deben participar también los partidos con su militancia y no solo unos pocos, y la movilización masiva para y durante las venideras elecciones parlamentarias.
—¿Qué opina de los controles aplicados por el gobierno para afrontar la escasez?
—El problema es que entre Chávez y Maduro, las empresas de maletín del régimen y sus boliburgueses acabaron con las divisas del país. El contrabando macro va a continuar a pesar del cierre de la frontera, porque es protagonizado por militares venezolanos afines al gobierno. Las humillantes captahuellas no van a solucionar problema alguno. Quizás tengamos captahuellas, pero no habrá alimentos. Maduro está rodeado de ineptos y dando tumbos: “Todos se someterán las captahuellas”, dice un día, y dos días después que serán opcionales. Maduro está en un callejón sin salida y con la mecha de la indignación popular encendida.
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