Por: VenEconomía 13may10
Se teme que antes del lunes 17 de mayo, la Asamblea Nacional pondrá en manos de Hugo Chávez una reforma de la Ley Contra los Ilícitos Cambiarios que le daría al Banco Central de Venezuela el control total para autorizar o no cualquier operación del mercado permuta.
La crisis cambiaria es gigantesca, pero lo único que se le ocurre al Gobierno es matar al mensajero: El precio del dólar en el mercado permuta. El daño que esto ocasionará será de larga data, al dejar vía libre a un virulento mercado negro.
Un corto ejemplo, da idea de cuál será el costo de esta reforma: Supóngase a un pequeño industrial que se le echó a perder una maquinaria crucial en su línea de producción. Debido a que Cadivi no mostró flexibilidad para atender, en un lapso razonable, su requerimiento de divisas para la compra del repuesto, decide recurrir al mercado permuta. Aunque pagó más por la pieza faltante, logró mantener su producción. De no haber sido por el permuta, el industrial habría tenido que cerrar su producción.
Ahora, al eliminar el mercado permuta, las alternativas que tendría ese industrial son: Recurrir al mercado negro y correr el riesgo de que le cierren (o le expropien) la planta y de ir preso; o de una vez bajar la Santamaría.
Con esta reforma el Gobierno está cerrando una pequeña, pero muy importante, válvula de escape para millones de ciudadanos, que en adelante estarán al filo del despeñadero y con la Espada de Damocles de la justicia bolivariana sobre sus cabezas. Lo triste, es que con ello no resuelve el problema. Peor aún, el país pagará un alto costo en términos de los bienes que no podrá producir.
El Gobierno está en un callejón donde las pocas salidas que quedan son muy onerosas, especialmente para las ambiciones de Hugo Chávez de perpetuarse en el poder.
Si se deja el mercado permuta, se encuentra que no hay dólares para satisfacer la demanda ya que las reservas internacionales líquidas son apenas $11,8 millardos. Pero, si reconoce que la raíz del problema es haber destruido la mayor parte del sector productivo que generaba divisas, aceptaría que su proyecto comunista ha fracasado. Y tal parece que para Chávez y su Gobierno esto es algo impensable, y sería la última vía que recorrerían.
En el hipotético caso que el Gobierno tome ese camino, tendría que recurrir al Fondo Monetario Internacional y aplicar medidas ortodoxas como, recortes de dádivas a otros países para compra de lealtades; suspender la compra de armas; o reducir el gasto burocrático y propagandístico con fines electorales.
Si bien eso sería desviar su camino hacia el comunismo castrista, lograría enrumbar al país hacia una economía más realista y moderna. El Gobierno debe entender que el Estado no lo puede todo, que requiere de todos los sectores y que debe enfocarse en la búsqueda del bienestar de la población.
La crisis cambiaria es gigantesca, pero lo único que se le ocurre al Gobierno es matar al mensajero: El precio del dólar en el mercado permuta. El daño que esto ocasionará será de larga data, al dejar vía libre a un virulento mercado negro.
Un corto ejemplo, da idea de cuál será el costo de esta reforma: Supóngase a un pequeño industrial que se le echó a perder una maquinaria crucial en su línea de producción. Debido a que Cadivi no mostró flexibilidad para atender, en un lapso razonable, su requerimiento de divisas para la compra del repuesto, decide recurrir al mercado permuta. Aunque pagó más por la pieza faltante, logró mantener su producción. De no haber sido por el permuta, el industrial habría tenido que cerrar su producción.
Ahora, al eliminar el mercado permuta, las alternativas que tendría ese industrial son: Recurrir al mercado negro y correr el riesgo de que le cierren (o le expropien) la planta y de ir preso; o de una vez bajar la Santamaría.
Con esta reforma el Gobierno está cerrando una pequeña, pero muy importante, válvula de escape para millones de ciudadanos, que en adelante estarán al filo del despeñadero y con la Espada de Damocles de la justicia bolivariana sobre sus cabezas. Lo triste, es que con ello no resuelve el problema. Peor aún, el país pagará un alto costo en términos de los bienes que no podrá producir.
El Gobierno está en un callejón donde las pocas salidas que quedan son muy onerosas, especialmente para las ambiciones de Hugo Chávez de perpetuarse en el poder.
Si se deja el mercado permuta, se encuentra que no hay dólares para satisfacer la demanda ya que las reservas internacionales líquidas son apenas $11,8 millardos. Pero, si reconoce que la raíz del problema es haber destruido la mayor parte del sector productivo que generaba divisas, aceptaría que su proyecto comunista ha fracasado. Y tal parece que para Chávez y su Gobierno esto es algo impensable, y sería la última vía que recorrerían.
En el hipotético caso que el Gobierno tome ese camino, tendría que recurrir al Fondo Monetario Internacional y aplicar medidas ortodoxas como, recortes de dádivas a otros países para compra de lealtades; suspender la compra de armas; o reducir el gasto burocrático y propagandístico con fines electorales.
Si bien eso sería desviar su camino hacia el comunismo castrista, lograría enrumbar al país hacia una economía más realista y moderna. El Gobierno debe entender que el Estado no lo puede todo, que requiere de todos los sectores y que debe enfocarse en la búsqueda del bienestar de la población.
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