A las revoluciones les apasionan los ritos, las proclamas a voz en cuello, la sustitución de la realidad por el melodrama histórico.
El pasado 5 de Julio esta exaltación de la parodia se vio de pronto desbordada en el tributo a Manuela Sáenz y el ingreso de sus restos simbólicos al Panteón Nacional.
En medio de la solemnidad y de la profunda cavilación de los asistentes, se apareció la ministra para la Mujer, María León, ataviada de militar, como si la hubieran convocado a una batalla, robándole protagonismo a Chávez, Correa y su Manuela.
Dicen que más de un soldado se le cuadró y le pidió permiso para continuar.
Cort. TalCualDigital
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