viernes, 16 de julio de 2010

Presos liberados vivían en celdas con ratas y excrementos

Por JUAN O. TAMAYO/jtamayo@elnuevoherald.com

Los prisioneros políticos cubanos que fueron liberados y salieron hacia España se quejaron el jueves de que las condiciones de su cárcel eran "más que pésimas'', con celdas húmedas que compartían con ratas, arañas, alacranes y excrementos.

Dos disidentes más que fueron dejados posteriormente en libertad, llegaron el jueves a Madrid, lo que llevó a 11 la cifra de los que ya se encuentran en España y a nueve la de los que aún se están en Cuba, dispuestos a dejar la isla si se les libera.
Ellos son Mijail Bárzaga, de 43 años, un periodista independiente que cumplía una condena a 15 años; y Luis Milán, de 40, un miembro del opositor Movimiento Cristiano de Liberación sentenciado a 13 años. Los acompañaron 23 parientes, según la prensa española.
El gobernante cubano Raúl Castro prometió, en medio de conversaciones con la Iglesia Católica en Cuba respaldadas por el gobierno español, liberar a los últimos 52 presos políticos aún encarcelados durante una serie de medidas represivas en el 2003. Diez han anunciado que se negarán a salir de la isla si son liberados y una veintena salieron previamente en libertad.
Mientras tanto, seis de los ex prisioneros que llegaron esta semana más temprano describieron, en una conferencia de prensa en Madrid, las condiciones de la prisión como una pesadilla.
"La situación de higiene y de salud no son pésimas, son más que pésimas'', aseguró Julio César Gálvez, de 65, un periodista independiente sentenciado a 15 años. "Hemos vivido con ratas, con cucarachas, con alacranes, con la m... (...) con el excremento''.
"El almuerzo que llega a las 10 [de la mañana] está hecho de las 2 a las 3 de la madrugada'', dijo otro ex prisionero. "Los caldos se llamaban caldos de jirafa, porque se te estira el cuello para ver lo que hay dentro''. Las aguas residuales se filtraban continuamente en las celdas y los prisioneros tenían que hacer canalones con piezas de plástico para mantenerlas secas, dijo Ricardo González, de 60 años, que cumplía una sentencia de 20 años.
Para Normando Hernández, de 40 años, un periodista independiente sentenciado a 25 años de cárcel, el peor problema eran las mutilaciones que los prisioneros se infligían a sí mismos en intentos para obtener su libertad por razones de salud, o para llamar la atención sobre sus demandas de un mejor tratamiento por parte de los guardias. Algunos presos se quemaban a sí mismos, otros se echaban orina en los ojos o se inyectaban a sí mismos aceite o lo tragaban, recordó Hernández.
Esta información fue complementada con servicios cablegráficos de El Nuevo Herald.

Cort. El Nuevo Herald

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