No es lo mismo disfrutar el paisaje con cargo fijo en el gobierno, horario hasta el mediodía, buen sueldo, camioneta negra, escolta y chofer, que padecerlo desde una autopista fulminada por el sol, agitando los brazos todo el día y exhibiendo unas panelas que cada vez menos la gente se detiene a comprar. Son las paradojas de esta revolución igualitaria, que mantiene a sus altos funcionarios alejados de la realidad, mientras el resto de la población sale temprano a ganarse el pan, ignorando si la venta del día les dará lo suficiente para llevar comida a casa.
Cort. TalCualDigital
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