martes, 27 de julio de 2010

Comer en exceso: cuando nada es suficiente

By IVONNE GOMEZ/igomez@elnuevoherald.com

Comer en exceso es una preocupación que prevalece durante las grandes fiestas del año. Pasadas las celebraciones se hacen planes de ejercicio y dieta para bajar esas libras de más.
Hasta ahí todo parece normal. Pero, de acuerdo con los especialistas, cuando esos excesos con la comida se convierten en una compulsión frecuente, puede tratarse de uno de los desórdenes alimenticios más comunes, conocido en inglés como el Binge-Eating Disorder (BED) o Desorden del Comedor Compulsivo o, popularmente, trastorno por atracón.

El trastorno se caracteriza por la presencia de episodios recurrentes de atracones de comida, durante los cuales la persona ingiere una cantidad importante de alimentos a menudo con un alto contenido calórico, mientras experimenta una sensación de pérdida de control.
La incidencia de la enfermedad en Estados Unidos afecta aproximadamente del uno al cinco por ciento de la población, de acuerdo con la National Eating Disorders Association.
``Estos episodios están asociados con tres características principales al comer: hacerlo hasta sentirse incómodo por la llenura, en grandes cantidades sin tener hambre, y más rápido de lo normal'', explica la doctora Wendy Oliver-Pyatt, psiquiatra y miembro de la Academy for Eating Disorders y la National Eating Disorders Association.
``Por lo general, la persona come sola porque se siente avergonzada de las cantidades que ingiere, y posteriormente se siente disgustada, deprimida y culpable'', agrega la también fundadora y directora del Oliver-Pyatt Center, con sede en Miami, que se especializa en el tratamiento de los desórdenes alimenticios y la adicción al ejercicio.
Es posible que el comedor compulsivo no presente signos físicos de la enfermedad, al punto que igual puede estar obeso o tener un peso normal.
La causa es desconocida, pero como en muchas enfermedades mentales hay una serie de factores que los expertos consideran contribuyentes, como los biológicos o heredados, los psicológicos y emocionales, además de los sociales: la cultura moderna refuerza el deseo de la delgadez, que se considera un factor precursor de la enfermedad.
Aunque se creía que era una afección muy mayormente femenina, hoy el desorden afecta a hombres y mujeres casi en plan de igualdad, al punto que se calcula que de 10 personas afectadas con él, cuatro son hombres.
``La razón es que cada vez más los hombres experimentan la presión de ponerse a dieta y de bajar de peso, un factor de riesgo para desarrollar cualquier forma de desorden alimenticio'', indica Oliver-Pyatt.
El síndrome tampoco discrimina en cuestión de edad. Puede desarrollarse principalmente en etapas de estrés o de transición en la vida, así como de cambios del desarrollo físico. No obstante, es más común entre los 16 y los 20 años.
``El individuo puede empezar con un período de restricción de alimentos durante el día o en frente de otros porque se avergüenza de su forma de comer; esto conduce a un hambre tan fuerte que lo lleva luego a comer compulsivamente'', describe la especialista.
A menos de que el problema se trate de la manera correcta, se puede desencadenar un ciclo de privación y exceso.
``Lo triste es que cuando la persona sube de peso a consecuencia de comer compulsivamente, a menudo se le aconseja y se le aplaude el restringir la comida, cuando en realidad ese consumo limitado de calorías o las dietas pueden significar la continuación de este ciclo'', alerta.
Se calcula que cerca del 20 por ciento de las personas en programas de control de peso sufren de esta condición, que es considerada psiquiátrica.
El énfasis principal de la terapia, por lo tanto, se enfoca en los factores de fondo que conducen a la enfermedad y en reforzar la habilidad del paciente para manejar las emociones negativas de manera consciente.
``En la terapia enseñamos, además, la habilidad de `comer con conciencia' para responder a los signos de hambre y saciedad de la manera apropiada. Hay que aprender a atender los mensajes internos que envía el cuerpo'', explica.
Es importante, además, establecer nuevas rutinas que promuevan esa conciencia, como no comer mientras se maneja o cuando se mira la televisión.
Durante el tratamiento se puede atender también a otros desórdenes que pueden ocurrir paralelamente, como la depresión y la ansiedad. • 
Más información en www.oliverpyattcenters.com
o en www.bedaonline.com/

Cort. El Nuevo Herald

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